viernes, 11 de mayo de 2012
ALEGORÍA POR LA VIDA
La muerte nunca ha sido una atracción para mí. Jamás. Más allá, el saber que algo se destruye, se termina, se acaba, me arrastra siempre por una senda de dolor. Con las personas que se me han ido, con aquellas que sin haber fallecido han desaparecido de mi vida después de dejar huella, de haber formado parte de mí y de lo mío, con las cosas que se rompieron, las que se perdieron... La sensación del adiós es algo que me trastoca y me rompe... Otras veces, cuando algo acaba, lo que provoca es una renovación absoluta, un punto de inflexión desde el que todo adquiere una dirección diferente, y casi siempre hacia algo mejor... Así me ha venido pasando siempre. Y sin embargo, ya os dije, la muerte jamás me ha atraído aunque he intentado hablar de ella con una naturaleza pasmosa...
Hubo una época de mi vida en que me obsesionó pensar que un día todo acabará y me enrabietaba pensando lo injusto que esto era... La muerte se convirtió en una compañera de paseo que me agobió hasta la extenuación, especialmente en el momento en que me iba a dormir... Y, con todo, al tiempo, porque la cabeza siempre es capaz de redoblarse en sus pensamientos, cuando conseguí empezar a entender que llegará un día del adiós (espero que tarde tantísimo), me obsesioné con perder a los míos, quizá también, porque hubo un momento en que muchos de los míos se nos fueron yendo con velocidad... El caso es que, además, del dolor que suponía la muerte, sobreponía ahora la sensación de pensar en cuando se vayan los míos (espero que tarden tantísimo...)...
Pese a todo he hablado con naturalidad decía de la muerte siempre, porque me preocupan cuestiones en que la gente no repara. Aunque parezca una barbaridad, por ejemplo, siempre he pensado que me gustaría que en mi "adiós" sonara el "Dies Irae" de Mozart aunque no podré escucharlo o siempre les he dicho a mis amigos que espero una gran fiesta para despedirme... El tema os parecerá de lo más negro, huele a "yuyu" a distancia, pero siempre he intentado que fuera un paso más...
Esta tarde tuve una sensación extraña... Pero maravillosa. Surcando con el taxi la ciudad, bajé la ventanilla, camino de la radio, y el viento no cejó de batallar contra mi cara. Valencia es una ciudad preciosa, cuando el calor aprieta, como la noche refresque, no hay aire como el de esta tierra, y esa sensación de ciudad que se apagaba al día vino de la mano de una brisa que me hizo volar... Volé por encima de los tejados, vi los balcones de la Gran Vía, los paseos, las sombras, las luces, las nubes a medio gas... Y pensé que si, en alguna ocasión, tuviera que elegir qué es lo último que querría hacer en la vida, una fiesta grande con toda la gente a la que quiero, como siempre dije, y desde hoy, pasear en un coche, al atardecer, por las calles de Valencia sintiendo la brisa en contra...
Lo reconozco. Nunca tendremos la oportunidad de pedir un último deseo, ni siquiera me gustaría cumplirlo porque preferiría el seguir caminando... Pero hoy, con la ventana bajada, sentí el viento contra mi cara y eché a volar... Fue una sensación fantástica. De paz absoluta. Y fue maravilloso traerlo aquí, aunque os suene a "cenizo"... ¡Me encanta vivir!
Pd: Me encanta vivir con vosotros y con vosotras...
2Pd: Fui a la inauguración de la tienda de Montblanc en Poeta Querol esta tarde y me hicieron escribir un deseo en un papel. Escribí: "Que no nos falten ni las suertes ni los sueños". Quiero compartirlo con la gente a la que os quiero...
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Nunca dejo de remar, porque es lo que siempre aconsejo a tanta gente que quiero... Pero es verdad que hay días que son lunes absoluto...
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