viernes, 27 de noviembre de 2009
SUEÑOS
Paso mis horas en los sosiegos y el silencio, los cansancios, las esperanzas y las desesperanzas, buscando alrededor aquellas cosas que me inviten a seguir siendo feliz. Busco entre las hojas perdidas que el viento se llevó y recuerdo mis cosas y mis ayeres, compartidos. Y por momentos me siento mejor. Mejor todavía.
Me apago otras veces cuando constato que muchas de las cosas que suceden y pasan por mi vida no las quiero junto a mí. Y me quedo como simple rescoldo de lo que fui y seguiré siendo. Pero no es un momento pesimista. Yo sigo, sonriendo menos de lo que siempre, pero adelante, buscando, sorteando dificultades, y pensando adónde podría encontrar lo que fui y seguiré siendo. Y escribo de manera casi autómata porque me he relajado diseñando algo e intentando hacer un croquis mental de las cosas malas que me sacuden ahora. Y encuentro pocas respuestas, pocas respuestas que no sean un poco de silencio, una pizca de esperanza y la necesidad de frenar. De parar. En mitad de la mañana y coger aire. Y soy entonces viento fresco y me siento vivo y vuelo, porque necesito volar. Porque últimamente, mi realidad, pasa por momentos menos buenos de lo que siempre he sentido en mi vida...
Y este tiempo, que sale de la nada y nada entre las tristezas de mis sombras más olvidadas, me lleva a acabarme libros que deje en la estantería y a programarme contrarreloj para pasar los días haciendo cosas o cobijado entre el edredón donde habitan mis sueños... ¡Oh, mis sueños!
Recuerdo ahora que siempre he soñado, que siempre me dijeron que me pegaría el batacazo luego, pero vuelo y he volado. Y lo siento, seguiré volando. Porque hay cosas a las que no pienso renunciar... Y volar libre es de las pocas cosas que hice, hago y haré siempre... Aunque a veces, algunas cadenas pesadas se empeñen en organizarme la prisión de mi realidad cotidiana.
Sueño y sueño, entre miedos y bondades, entre ganas de llegar y de salir, de partir, de viajar, de seguir compartiendo con los míos, que sois tantos. Pero al tiempo, ahora, en mis sueños, me dedico a abandonarme entre las soledades de mi yo único. Y me quedo conmigo, y sufro, callado, dolorido, pensando que mis sueños pueden acabar.
Por eso, al rato, cuando me distraigo, cuando intento intuir como sonaba el mar, me lanzo de nuevo a mis sueños y me recuerdo siendo el que siempre os despertó una sonrisa, el que cantaba por la calle, el que reía sin cese, el que vivía sus sueños en la vida que todos tenéis como real,... Por eso, al rato, cuando me distraigo de mí mismo, intuyo que esos sueños, que lo son, me siguen, me rondan y pronto me alcanzarán. Y entonces, cierro los ojos y sonrío. Soy feliz. Optimista. Alegre. Risueño... Sueño, una vez más en vida. Y vivo. Con tanta alegría que el corazón casi me despierta de mis sueños...
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