jueves, 26 de noviembre de 2009

DE PASEO POR LAS VEREDAS DEL OTOÑO

A marchas con lo mío, voy tirando, como me dice Sonia desde Extremadura, una amistad en exilio que tiene fecha de visita y que espero no perderme porque necesito verla. Ayer le llamé para felicitarle el cumpleaños a la niña junco, de sonrisa tímida escapada y mirada de verdes indecisos. A Sonia la recuerdo cogida a una mesa, y con un café o una cerveza, hablando de lo nuestro que fue siempre la vida. Y por eso, con algún intervalo desaparecido en la nublosa de la memoria, recuperarla cada vez y ponernos al día es una suerte al alcance de los que nos sentimos sus amigos.

Llego a la tele, colgado del teléfono e intento ponerme al día. Hace nada que me he levantado de mi sueño vespertino y alcanzo enseguida el ritmo necesario para ultimar el programa de esta noche. Me pongo al día, reviso vídeos. Pienso en esta nueva costumbre que me he agenciado de hacer siesta entre pesadillas. Repelo temas. Preparo momentos y cuadro la parrilla de lo que tendrá que ser el "Tot és Festa" de hoy.



Me encanta hacer este programa. Más que una devoción es ya casi una terapia semanal, unas risas haciendo lo que más me gusta, la tele en compañía de buenos amigos y grandes compañeros y hablando de las fallas, que son lo nuestro. Sale un programa redondo. Y cuando acaba, ahora que noviembre amenaza con empezar a servirnos frío, nos colamos en el coche y nos vamos a cenar al Vips. Hablo con Hugo y hacemos algunos planes. Luego con Ángeles, que me trae noticias buenas, fantásticas. Espero que podamos celebrarlas pronto. Una casa nueva siempre viene con un pan debajo del alquiler, eso está claro.

Ceno una ensalada y unos amigos. Me tomo una cocacola light y hago tiempo para redescubrirme en lo nuestro, que es la noche. Me acerca la Guti a casa, y a paso de procesión, porque nos encontramos el camión de la basura, nos ponemos al día. Últimamente, cierto es, mi vida se sacude a ritmo de procesión, de saeta semanasantera.



Me acuesto. Me levanto con frío y con sol, me visto de color fucsia y me voy de excursión con las personas mayores del municipio. De repente, bendigo mi suerte. Me encuentro en mitad del centro de la ciudad, con los edificios de siempre y tengo la sensación absoluta de poder disfrutar de una mañana bien distinta con un paseo de los que realmente me gustan...

Y ahí andamos, de paseo, por las veredas de las tardes que se alargan y los primeros fríos tardíos de un mes de noviembre. A la espera de que el otoño haga caer nuevas hojas perdidas...

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