martes, 10 de noviembre de 2009

"ESTOY BIEN. TIRANDO".



¿Sabéis cómo? Últimamente me lo preguntáis más que nunca: "Jaime, ¿cómo estás?". Y os digo: "Bien, tirando". Esta noche he dormido con sábanas nuevas. Ayer hice la cama con mi madre, que es algo que hacía mucho que no hacía. Así que hoy, además de "bien, tirando" tendría que deciros que "he dormido bien, poco para lo que me apetecía, pero bien". Me hubiera quedado enroscado el resto del día a mí mismo, que creo que es lo que más necesito, estar conmigo. Me hubiera quedado acurrucado cubierto por el mimo con que mi madre hizo ayer la cama. Me hubiera quedado esperando el primer mensaje del día, y ha sido Hugo, para sacarme una sonrisa y hacerme salir de la cama. Y hubiera estado, probablemente, todo el día buscando por la ventana de enfrente los horizontes donde se pierde mi memoria... "Estoy bien, tirando". Y tirando muchas cosas de mi vida, muchos prejuicios, muchos problemas, muchas cosas que no me hacen bien,... Y duele. Vamos que sí duele... Pero "estoy bien. Tirando.".

Luego me he reunido a primera hora, cuando ya me había duchado y elegido un suéter fucsia que me sienta bien a la cara. Tan bien que hoy la gente ya no me preguntaba: "Jaime, ¿cómo estás?". Antes de que yo les dijera: "bien, tirando". Hoy la gente me dice: "¡Qué bien te sienta ese color!". Y es la vida, lo que me sienta tan bien. Y los mensajes de Hugo a primera hora de la mañana. Y los que me llegan de Barcelona antes del fin de semana. Y hablar con los míos. Y con Toñi. Y hacer planes de futuro, antes de que se acabe el día, para llevarlos a cabo antes de que me llegue la noche...

"Estoy bien, tirando". Y siento no deciros que hay momentos en los que noto una pena terrible engancharse a mi cuello y empujarme contra el suelo en un dolor extraño. Que hay momentos en los que nada me haría tan libre como la lágrima que no me derriba... Que no suelto. Que siento, trozos de mi mundo, caídos a mi alrededor sin saber a ciencia cierta en qué pude equivocarme, por qué lo hice tan mal, por qué me pasan algunas cosas, por qué me siento dolido, por qué me volvieron a engañar, por qué sigo confiando en quienes me volvieron a acuchillar, por qué pago este silencio mío con mañanas frías en las que no saldría de la cama que ha hecho mi madre,... Y, sin embargo, miro por la ventana, la ventana de los horizontes futuros, y veo muchos otros trozos de mi mundo erguidos. Y son estos los que me llenan y hacen feliz, los que de momento me empujan a deciros que "estoy bien, tirando". Y me alegro de saber quiénes estáis y estaréis conmigo, y os siento más cercanos y necesarios que nunca. Me alegro de ver que los cielos de mi horizonte son de un azul intenso y lleno de luz. Me alegro porque sigo encontrando una sonrisa cada mañana o un mensaje que me invita a salir de la cama y a deciros que "estoy bien, tirando"...

Pero duele. Vamos que sí duele. Y te duele el dolor ajeno que calculas sin saber cuánto pesa. Y te duele encontrarte con problemas diarios de un trabajo de todos los días y sentirte solo... Y te duele querer la paz en un remanso absoluto y no hallarla y no saber por qué. Ni dónde está. Ni quién guarda las llaves de ese cofre profundamente escondido donde se encuentra la tranquilidad de toda la vida. Pero aunque duela, siempre "estoy bien, tirando". Y con eso es bastante, al menos para mí...

Soy de un optimismo excesivo que se ha quedado rezagado últimamente: llegará un brillo mayor, un sol que calentará más, una noche de copas de vino y estrellas. Llegará y yo estaré aquí para recibirle y darle la bienvenida. Y le pediré, a ese destino incierto, que nos ha de ser tan provechoso, que llegue con ganas de cubriros a todos los que me seguís haciendo mirar a los horizontes selectos que se posan sobre mi ventana. Que os cubra, como el nórdico caliente y amable que ayer mi madre dejó sobre la cama, como una manta mágica, protectora, llena,...
No os quepa la menor duda. Y sentiros felices por mí. "Estoy bien, tirando".

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