jueves, 19 de noviembre de 2009

MI PAUSA. MI SILENCIO.



No, no quiero escribir. Empiezo líneas y las borro de manera automática, porque me empeño en traer otras palabras a estas hojas perdidas que andan más perdidas que nunca. Sin localización. Borro sobre la marcha las letras y reinicio sin control alguno la vuelta a la escritura. Y pienso, vacío de muchas cosas como me hallo, sobre qué escribir. Y no sirve de nada. O no, al menos, de mucho. Me callo, me paro. Silencio. Paro. Y reinicio. Y decido. Sobre qué escribir. Y estoy en blanco. En silencio. En pausa. Sí. Así estoy: en silencio, en pausa. En pausa de un camino que inicié hace tiempo y que me lleva hacia algunos sitios, sin saber dónde y cuáles son los destinos que me deparan.

Ando últimamente ilusionándome unos cuantos segundos al día cuando me evado y pienso en sumar. Me escribe Manu cómo devuelvo a mi lado positivo las piedras del camino. Y me alegra esa imagen que hay de mí. Pero al rato, me envuelve un manto leve de tristeza, realidad de mis días, que me obliga a seguir con lo mío y con la cabeza en todas mis cosas que son sencillas y complejas al mismo tiempo. Cuando pienso en aquellas buenas, aquellas que me depara la sorpresa del destino, me siento esperanzado y optimista. Al rato, dudo. Y de vez en cuando, muchas veces en estas últimas horas tan sólo intento ser yo, en esencia pura, sin acción alguna. Y nado, flotando sobre los mares de mi nostalgia...

Esta mañana lloré con una canción de Serrat antes de irme a trabajar. Y me enamoré de la vida cuando descubrí que la noche no se había llevado todavía la flor de mi jazmín. Esta mañana tomé café con sabor a dulce y pensé que lo amargo lo llevo yo a cuestas. Y es mi mochila, mi vida. Esta mañana empecé a no parar con la cabeza y a dudar de todas las cosas necias que se pegaron a mi subida. Y al rato, miré al cielo, nublado el cabrón pleno de nubes, tristeza del cielo, sombra del Sol sobre nosotros y respiré hondo. Y maldije las necedades que se vinieron sobre mí y, al rato, poco después, miré al suelo y de nuevo a las caras de los míos, que me devuelven alegrías y sonrisas. Los míos de verdad, los que me quieren. Y sois legión. Y te dije "hola" desde la distancia, a mi manera, con un sms que escribí - borré y reescribí -, porque me lo pedían las entrañas, aunque me dejaras sin ver la peli que esperé a ver y seguiré esperando... Y la veré. Con alguien, porque nadie está nunca solo. Porque afortunadamente, aunque me sienta solo en mitad y ante el peligro, como la peli de Hitchcock, sé que estáis ahí y me lo estáis dejando claro. Por escrito y por hablado. Y me viene bien. Aunque luego yo vuelva a mi pausa y a mis silencios y no sepa qué escribiros...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Fuerza. Para lo que necesites, akí estoy. Siempre.

kone.

Aure dijo...

Sabes que puedes contar con nosotros...eso no lo dudes...

Anónimo dijo...

Gracias

Ya sabes quien

Anónimo dijo...

se te nota triste Jaime ... desde aqui animo mucho animo porque con tus palabras es lo que estas dando tu a mucha gente que necesita escucharte...

Anónimo dijo...

Tú eres el rey de la casa, la perla del hogar y sabes que en cuanto "concedes audiencia" ahí estamos corriendo. Besicos guapetón.

Anónimo dijo...

Como me gustaria saber que hacer, que decir, que deshacer... pero no puedo, ojala pudiera. Quiero verte bien.
T.Q.
M.

Anónimo dijo...

Subimos y bajamos, pero todos estamos cogidos de la misma cuerda para cuando uno baje el otro le haga subir y así no caer, tenemos que mantener fuerte esa cuerda, que nunca se rompa, esa cuerda a la que llamamos AMISTAD.

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