Comencé el viernes noche cenando con Jose, Ana, Vicente, Amparo y Vir en El Condiment, que se ha convertido ya en el sitio de referencia y en el cenador de mis noches. Hablamos de todo un poco, con muchas risas incluídas y acabamos con copa en el Cyrano, que es más obligatorio, si cabe. Cuando llegaba, marchaban Tato y Gema, con sus vecinos. Y nos apuntamos una cena que tendremos próximamente con nuestra amiga de locuras... Por el pub pasaron las horas y nuestras conversaciones hasta que me fui al Kraken.
El kraken es un monstruo legendario del mar noruego y un pub de la plaza Honduras donde no acudía desde las cenas en casa de Bárbara y las pizzas con Manolo. O la pasta. Allí celebrábamos fiesta de la radio. La cumplían Raúl y Ángeles - que anda entre mudanzas - por doscientos programas de sus "Maneras de vivir", que son un poco las mías. Por allí pasaron Fran y Nacho, Miguel, Raúl con Vanessa, los colegas y Miguel Pons, con quien coincidí el sábado en las noches cyránicas.
Estando de copeteo, cuando me iba a regresar a Ruzafa, me llamó Hugo, que estaba con Uiso y los colegas para irnos al Mya. Acudí al Cube, hicimos noche entre los amigos de Física y Química. Y fueron gestándose los Dinios a los que confunde la noche y las Priscillas que nos las hacen más divertidas...
Llegamos, con Los Chichos, a la Ciutat de les Arts i de les Ciències. De noche es un escenario onírico de magnitudes desproporcionadas y con una belleza alba que quiebra la noche. Iluminada por la luna, la ciuda se hace más grande y el agua que lo puebla todo, te invita a bañarte en una noche bien diferente. Lo que tuvimos. Otra noche diferente y alargada. Entre el ron con cola y el ron con limón. Con músicas y gogós al estilo ibicenco, estuvimos haciendo nuestros planes de Londres y nuestras risas nocturnas, pequeñas poluciones del alma.
El taxi nos llevó a casa cuando Valencia se hacía al día. Apuré un cigarro en la puerta del patio. Y subí a soñar... Hasta que me desperté. Paseé con Hugo y Arwen hasta la Ciutat de les Arts, de día, con un injusto sol de justicia que se clavaba sobre nosotros y nos ataba a la tierra. Paseamos, aire fresco. Y repaso de todo lo vivido la noche anterior...
La Ciutat, de día, es talmente distinta. Blanca pura. Tan irreal como de noche, pero con mayor aspecto de maqueta. Las palmeras te invitan al camino y, nosotros, embaucados, caminito adelante hasta el plato de spaghetti.
Vimos la tele, charramos y nos hicimos fotos con Arwen, la perra de ojos de miel. Luego fuimos a pasearla de nuevo por la tarde y Hugo me acercó a casa. Me cambié y me fui al Glasol, con Carol, David y Laura. Marta me recogió en la puerta del Goya y me fui a Torrent. Sin parar nada. Y, al rato, de nuevo, camino en coche al Cyrano donde me vi con Aure y Ricardo, y su tropa de amigos.
Llegaron Miguel y Virginia. Risas aseguradas. Y una sorpresa en la noche, Lázaro, con quien cerré mi sábado noche. Llegué a casa en taxi y me fui a dormir. El domingo fue dominguero: compré la prensa e hice guisado. Me enredé en las mantas y salí a ensayar. Estaban bastantes en la falla. Ensayamos y nos fuimos a cenar. Vi las tetas del paraíso que nunca había visto (bueno, un par de veces) y regresé con todo el sueño para cerrar mi semana... Una semana llena de noches y días...