domingo, 28 de junio de 2009

LA FELICIDAD COMPARTIDA



Ayer fue el gran día. La boda de Aurora y Manolo, Manolo y Aurora. Supongo que escribiré más adelante sobre los tintes sentimentales que nos arrastraron a todos los bonitos momentos que compartimos con el recién llegado matrimonio, pero por el momento, como dijo Pablo, había que escribir la crónica.

Y la correlación de sucesos se resume en pocas palabras y muchos gestos: emocionada fiesta de amor. Emocionada, porque corrió a raudales la emoción como las lágrimas entre los presentes. Mamá desde la cuarta fila, los novios en primera, Kone muda en la paz de la emotividad, la madre del novio y el padre de la novia, muchos invitados,... Fiesta, porque lo celebramos como sabemos, por todo lo alto y hasta última hora de la noche y primeras de la mañana. Y de amor, porque fue lo que se regalaron sin excesos y con muchas miradas Aurora y Manolo, y porque nos lo dosificaron en pequeños regalos que quisieron, con besos y sonrisas, compartir con todos nosotros...





Para mí fue un momento también especial. Mi amiga de toda la vida dando uno de los pasos más importantes de su vida. Y acompañándoles, casi todos. Se echó en falta a los que no pudieron estar y festejamos el reencuentro con tanta gente que nos hemos venido queriendo toda la vida. Aída y Pablo llegaron de Brasil para regalarnos unas horas más de amistad, Dolo vino del pasado con Michel, Kone se acercó con Dani desde su vida catalana,... Y el resto, como siempre, todos juntos. Una fiesta en toda regla también para los amigos que compartimos un sábado especial, caluroso y muy emotivo. Tanto como emocionante.



Nos dimos a la fiesta demostrando como hemos crecido. Aurora y Manolo no pararon en toda la noche y pudimos, a su lado, emprender las primeras horas de su felicidad conjunta. Fue una fiesta en toda regla, bebimos, bailamos y, como no, acabamos cantando alrededor de la pareja. Se acabó la música, y a capela, unas "no me toques las palmas". De día, entre los albores de la mañana, regresamos a la fiesta del autobús, a la calle del hotel, al ascensor que no cesaba y a dormir...



Cumplimos con todas las expectativas y, sobre todo, con la ceremonia de acompañar a dos amigos, a los que se quiere tanto, en el día de su boda. Supongo, como decía, que escribiré más adelante qué difícil fue mantener la emoción en todo momento, lo guapa que estaba la novia, lo feliz que vi a Manolo, las lágrimas de su gente, la unión, la palabra, el aire que lo envolvía todo,... Recordaré las horas de ayer y los días del pasado, buscando el mañana que será más feliz si cabe.

¡Qué viva los novios! Felicidad absoluta. Felicidad compartida...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Aurora que guapa!!!
Muchas felicidades, y que... comais perdices a mansalva!!
Besos
Mer

Anónimo dijo...

Enhorabuena a los novios, un besazo. Rosa.

Anónimo dijo...

¡LO SABÍA! un viaje interminable esperando a llegar a casa para abrir el ordenador, el blog... y ¡ahí están las primeras fotos! ¡Yo también os eché mucho de menos!... Mil besos y gracias por esta primera "crónica" que me hace sentir más cerca y compartir un momento tan especial para tod@s... ¿Sobró postre?...
Mamen.

Miguel Angel Edo dijo...

¡Felicidades Aurora! Me alegro un monton por vosotros desde Barcelona.

Saludos.

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