Me quedo mirando el cuadro. Un viejo portón con pinta de librería antigua, de farmacia vieja... Mis amigos apuran su sandwich y yo entró en la foto que cuelga de la pared. En el bar suena "La vie en rose". Edith Piaff... Y yo sigo andando por las calles de la foto, apoyando mi naricilla sobre el cristal del escaparate, como cuando era niño y notando el vaho resbalar vidrio abajo y al tiempo desaparecer en la nada.
Saco el teléfono. Las fotos de este blog son de teléfono, nunca lo dije. Y fotografío. Sigue la Piaff. Y entonces ella, como broma, me dice: "Nunca nadie creerá que has estado allí, se va a notar que es un cuadro".
Yo sé que es un cuadro y he estado dentro. Por eso me gusta esa calle y esa ciudad. De tanto en tanto, me pierdo por cuadros e imágenes que me invitan a desconectar. Ahora no. Ahora estoy bien dónde estoy. Hay momentos en los que el alma te pica un poco o te duele. A veces, la conciencia, pese a que la mía duerme tan tranquila. El corazón se clava... Pero son pocos. Y cada vez, menos. Estoy muy feliz de estar donde estoy, a este lado del cuadro, comiendo unos sandwiches con mis amigos y disfrutando de mi particular "vie en rose"...
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