Tic-tac! Sonrisas y suspiros. Miedos. Esperas. Tic-tac... ¡Cómo es el tiempo que nos va huyendo!
Recuerdo a Pepe Sancho en Libertarias: continuamente le daba cuerda a su reloj para seguir vivo, hasta que dejara de latir al tiempo su corazón y el despertador de guerra. Esta mañana me he reencontrado con mi reloj de cuerda: cogiendo polvo y silenciado sobre el estante, no sé desde cuando. Le he dado cuerda... Tic, tac, tic, tac,... El sonido mudo vuelve a tintinear en la habitación, marcando a cada momento las horas que se van yendo. No sé desde cuando tenía apagada la cuerda de aquel reloj, de este reloj. A veces el silencio es bueno, otras, cuando viene marcado por el olvido, simplemente no es silencio. No es. Y ya está. Este reloj ha estado junto a mí en los últimos años, y desde hace mucho, ni recordaba tenerlo... Lamentable. Mi pequeño reloj negro, siempre a mi lado, y yo pendiente de mis cosas, como si hubiera algo más importante que ese tiempo que él me va regalando...
A veces, los silencios nos empujan a olvidar. En otros momentos, son recuerdo vivo. La mayoría de las veces somos incapaces de dar cuerda a nuestros relojes, a nuestro tiempo, a nuestras vidas,... Yo hoy, al levantarme, me percaté que tengo un reloj de los antiguos, de los de tic-tac, de los de cuerda,... Hoy le he dado cuerda a mi tiempo, he roto su silencio y ahora vivo marcado por su tic-tac, que es como un latido mío. Y me gusta...
¡Tic-tac! Se cae la noche. ¡Tic-tac! La felicidad se apoya sobre mi almohada...
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