martes, 6 de noviembre de 2012
LA GRAN DUDA
Me desperté en mitad del sueño, porque vaya que sí me costó anoche dormirme. No había ningún nuevo hecho que me llevara a perder el sueño. No hubo nada de novedad en la reunión de grupo de los lunes ni me llamó la atención nada en la tarde, ni me quedé soñando despierto imaginando mañanas que nadie sabe, ni Dios casi, si llegarán o no. El martes de hoy es electoral, de Obama o de Romney. Recuerdo, cada cierto rato, que cuando nació este blog aposté por Hillary frente al actual presidente, así que he decidido callarme para no truncarle el futuro a mi candidato, que espero que lo gane. Además, el martes, me desperté con la intención de romperme a trozos. Salí de la cama por un mensaje que me invitaba a quedar y descubrí antes de abandonar la cama, sin olvidar que anoche se hicieron las tres de la mañana, sin tener por qué, y que frente a mí se despejaba un martes y trece temprano (la semana que viene toca) lleno de nubes negras y oscuridad. Parece Londres. Ese Londres desde el que me escribe Álex para ponerme los dientes largos y la nostalgia por bandera. No salió hoy el sol. Noviembre, ya. Qué susto ver la velocidad con que se disparan los días y condenan este 2012 a desaparecer ya pronto.
Me encontré a Gemma y Mariam en el pasaje y me senté a tomar café con ellas. Llegó al rato Pepa que nos encontró allí y nos fuimos a la sede y luego al despacho y al rato a Cafés Valiente. Llegué a casa con el tiempo alargado para hacer unas longanizas porque hubiera comido a la una y media, pero lo alargué contestando mails hasta las tres de la tarde, porque ya me he acostumbrado a comer con las noticias, por si me indigesto. Me envío unos cuantos twitters con Jose a costa del Constitucional y la ley del matrimonio homosexual y tomo café bombón mientras se gritan por la tele. Estoy a punto de poner un disco: Sabina y Páez, Enemigos Íntimos. Y recupero de la memoria el trabajo que aún me queda, una reunión a la tarde en Junta Central Fallera y dos reuniones de la Agrupación. Todo ello con una dieta que me hace perder 400 gramos.
Al levantarme de la cama me dejo la rodilla contra un pilar de ladrillos. Dolor. Al salir de la ducha, me dejo el pie desnudo contra una cesta de mimbre. Dolor. Después de comer, me pego un codazo contra la pared. Dolor. Decido, como os dije, matarme por capítulos... En fin, que el martes, nublado, sigue llorando de vez en cuando y yo, tranquilo, a la espera ¿de qué? Esa es la gran duda...
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Noviembre encriptado (5)
Reconozco que me pirran las admiraciones desmedidas y que no espero. Nadie de aquélla manera. El ego de cada uno es el que es. Y no hay más. Será cuestión de egos, pero es fantástico, sobre todo cuando pensabas que el tiempo habría borrado de la memoria cualquier reliquia del pasado... Uno, no deja de ser humano. Afortunadamente.
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