lunes, 12 de noviembre de 2012

EL MUNDO ERA OTRO


Intenso frío. Agua por todos los lados, hasta dentro de mí. Pero no cayeron las goteras. Las manos heladas, el corazón contento y la cabeza durmiéndose por momentos. Como no dormí mucho ayer, se me caen ahora las horas del sueño. Y soñé. Y sueño, aún más despierto.

Anoche tuve una pesadilla que recordé al llegar a la falla hoy, primer día de ensayo. Comimos Mónica, Manolín, Adrián y yo. Patatas con rebollones (repetí el menú del éxito) y una tarta de chocolate (exquisida) que trajo Moni de El Camerino.

El reloj me dio la mañana. En la cama, recién despierto, me escribió Alejandro para recordar la noche de ayer y nos echamos unas risas. Me costó Dios y ayuda levantarme y pasar por la ducha. Tenía la presentación de fallas en Mislata, pero me hubiera quedado siempre dentro de aquella cama, de aquel instante apartado del frío y de todo. Frente a mí, la ventana, gris, que anunciaba lluvias como las de la otra noche. La del viernes. Y dentro de la cama, el mundo era otro.

Volví a la realidad. El corazón me dice que no y la cabeza que sí, que sí a ratos. Qué ingrata esta sensación de desequilibrar mi vida al contrario de lo que requieren las pasiones y las grandes decisiones. Prefiriría, por romanticismo, que mi corazón me empujara y la cabeza negase. Pero no. Y se van los días como nubes que descargaron lluvia y me entretengo en tomar decisiones, que ni siquiera sé si tomo o tomaron por mí.

Pienso que me hubiera gustado frenar el mundo ayer. No cambiaría las risas ni el viento por nada hoy. Y paso el día pensando que ayer fue un oasis en mitad de la realidad y que me debo, por evitar los dolores de la realidad baldía, olvidar de los sueños, los descansos, los recesos... Mañana, no sé si con un manto de verdad, todo volverá a ser lo que era antes de ayer y de esta mañana. Y de la pasada noche donde me invadió una pesadilla, sobre un teatro viejo, sin que nos saliera aquella obra que empezamos esta tarde a ensayar... Con entusiasmo. Con risas. Con felicidad. Recordando como antiguamente lo hacíamos...

La lluvia volvió a brotar del cielo gris, cayó regando mi vida y mi verdad. Me dejó pegado a la ventana con el frío húmedo atado a las manos, a la espera de tres o cuatro bonitas palabras que traerme aquí.

Después del ensayo, bajo la lluvia, me vine con Manolo a casa en el coche comentando sobre otra obra que escribimos... Y pensé en ayer y en mañana. Y por una vez, el pasado le gano la mano al futuro. Y no por falta de esperanzas, sino por falta de voluntades. Así es. Así no fuera.

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Noviembre encriptado (9)
Echaré en falta una palabra más y un silencio menos. A veces, obramos en contra de lo que nos haría mejor. Pero así lo hacemos... Hasta soñar. Lo reconozco: me pierdo cuando espero y me encuentro cuando desespero.

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