Hace mucho que no salgo de casa. Hace mucho para ser yo y para ser las cosas que yo quiero. Me mueve mi trabajo, mis aficiones, las aficiones de mis amigos, mis amigos, moverme, el metro, Valencia... No echo en falta la calle. Es extraño: surrealistamente extraño. Digo surrealista, no subrrealista, que se lleva mucho.
Este periplo existencial, sin salud ni cortejos, me ha destapado algunas querencias y un dolor de muñeca. Yo que no he jugado mucho con muñecas, tengo la izquierda jodida. Nos abstendremos de chistes llegados este momento:
1) Escribo sin querencia. Pero quiero.
2) En cuanto mis padres abandonen este hospital de campaña que hemos instalado previa prenscripción de mis doctores: desintonizo una cadena de televisión que ofrece gritos entre anuncios.
3) Me gusta dibujar algo de madrugada y que Angelita se sorprenda diciendo: ¡Hacía mucho que no pintabas! Me gusta. Compartir.
4) Quiero pasear. Me soñé esta tarde escapándome solo a los Viveros.
5) Llevo cinco días sin oír música. Y sin oír el móvil. No es comparable: una de las dos cosas debería ser delito.
Me voy a pasear (metafóricamente).
viernes, 25 de marzo de 2011
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