jueves, 17 de diciembre de 2009
LOS BOLOS
Anoche al final sí que fui a los bolos, entre el programa de la tele y el insomnio de las tres de la mañana... Y menos mal. Lo pasamos genial, todos, mano a mano, con los bolos y las bolas, haciendo de las nuestras, como siempre... La tarde antes pasó por preparar el programa y por el directo, que volvió a cumplir las espectativas. Al menos las mías... Me llegaron mensajes, muchos no los pudé devolver, por falta de tiempo. Me preparé el amigo invisible que aún no he decidido, como otras tantas cosas, que me quedan por decidir... ¡Qué camino, leches! Y los regalos, que aún no he comprado... (¡De mañana no pasa...! Creo...).
Esta mañana era pasto del sosiego y del desasosiego... Me reuní a primera hora y a segunda. Firmé. Escribí los christmas, preparé la tarde, cerré algún discurso, puse las canciones que escucho últimamente. El aire, detonante, por encima de todo y de todos nosotros... Volaban las cosas de un lado a otro. En Mislata, el árbol de navidad, metáfora de todo, se ha venido abajo. Metáfora absoluta... Hago planes para las próximas horas, porque la agenda asusta. Tengo que hacer un vídeo esta tarde para la Exaltación de Carol, comisiono en cultura y alguna reunión, cena con los compis de la radio y supongo que vuelta circense... Mañana el planning continúa. No lo cuento ya por no agobiaros. Que de todo se cansa uno, que decía mi tía Ofelia... ¡Y cuánta razón!
Escucho un baladón en esta oficina desoficinada desde la que el viento no se escucha... Preveo como reorganizarme las próximas horas y pienso en gente que no está, y en cosas que vendrán... No pienso en cosas que quiera hacer. Me organizo las que me llegan. Como puedo. Y salto alguna canción cuando suena demasiado animada... Escribo letras, confundido y sin pausa. Noto el peso de la sobrealimentación de las últimas horas, mientras me relajo con el azul del cielo. Pero desde este despacho, no se escucha... No se oye el viento, huracanado aire, que lo remolina todo.
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Lo de anoche fue una hazaña. Conquistar la pista de bolos, celebrar los plenos, los semiplenos, celebrar la alegría de vivir y el olvido de todo... Fue una buena idea, no me cabe la menor duda. Y tendré que pensar en repetirlo, si arreglo la agenda y sosiega el viento...
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