martes, 28 de mayo de 2013

SIESTA EN EL SOHO


Sonaba a disparate. Y lo pensé una y otra vez, y este es el momento que no me he parado a contar las escapadas a Londres, ni los sueños que allí nacieran ni las esperanzas que se diluyeron entre las aguas del Thames. Descubrí Londres, como Ibiza, por querencia y necesidad del alma. Y desde que llegué la primera vez, exactamente igual que con mi isla blanca, supe que estaba en mi lugar. Que no me siento extraño, que me siento un transeúnte más, dispuesto a caminar lo que haga falta, porque en esos caminos está la vida. [Acabo de matar el primer mosquito del verano].

Me fui a Londres el viernes de mañana, con el trabajo al móvil y el insomnio pegado a una hamburguesa por desayuno, en previsión de que no comería en horas. Volé a las once y leí en el camino, en el vuelo, viendo caerse mi peso a través de las nubes blancas, esponjosas, casi ideales, irreales. Aterricé con la lluvia por compañera golpeando mi plumífero azul y cogí el autobús desde Stansted hasta Liverpool Street. Bajé del autobús y me vi frente a la urbe. [El mosquito no ha muerto y me ataca de nuevo]. Descubrí el Spitalfield Market (un rincón, otro, espectacular) y esperé con un café chocolate y algo de amaretto, con mi libro, pegado al escaparate de aquel restaurante Giraffe, de una cadena de más... Llegó Ricardo con su dolor de cabeza a cuestas y su tarde de viernes laboral. Recogimos rápido y caminamos hacia la Pentland House de Lewisham, el barrio donde las peluquerías afro se abren seguidas. In a row!

Llegamos a la residencia: me tumbé en la cama de la 7B y puse mi maleta en el armario, desecha tan milímétricamente como la cosí el día anterior, con Cristina al teléfono. Salimos a caminar. Paseamos bajo sospechosa amenaza de lluvia por Greenwich, oteando el impresionante skyline londinense caer por la tarde abajo. Y caminos así hasta Cutty Shark, donde la amenaza se convirtió en una tormenta contenida que cobijamos con una sidra y otra en un club de jazz en directo. La cantante francesa custiodiaba la partitura con un enchant terrible. Y la noche cayó sin dejar que el agua le acompañara. Regresamos a la residencia y nos hicimos un hueco, entre pecho y espalda, para comernos un kebab y el sueño nos pudo. Al principio. Porque yo ya, en la cama, me dejé el viernes en el wifi, contestando, escribiendo, jugando... Volviendo a España con el móvil.

Le dije a Ricardo que no tenía más intención que ir haciendo: sin obligaciones, sin devociones, sin citas, sin rutas... Ir. Ir haciendo. Y así lo hicimos. Atravesamos en barco el Támesis y llegamos al London Eye, rebuscamos por Trafalgar, plagada de alemanes futboleros, tras dejar atrás el Big Ben y Downing Street y alcanzamos "La ejecución de Lady Jane Grey". Gracias Delaroche. Fue un placer, otra vez más: no me canso nunca de mirar este cuadro...

Salimos a la calle y tomamos rumbo a Covent Garden. Comimos al sol (hamburguesa) y bebimos al aire cada vez más fresco. E intentamos encontrar sin éxito aquella tienda donde una vez compré un imán de Andy Warhol, pero no la encontramos. Tomamos un capuccino al sol, en la calle que baja desde Covent hacia Trafalgar y nos hicimos los dueños del suelo, en un duelo personal contra los rayos. Una delicia. Otra. Y nos fuimos a un bar de Happy Hour, con su sidra de pera, ya en  final de Champions League. Vinieron amigos de Ricardo y amigos de sus amigos e improvisamos una mesa donde compartir la tarde. Había avisado a Bea que estaba en Londres y le preparamos la sorpresa a Álex. Nos plantamos en la tiempo de Sports Open que hay por Oxford Street y esperamos a que llegaran de trabajar. No olvidaré (espero) la cara de Alejandro cuando me puse tras de él y le dije que aquellas zapatillas que miraba me las compraría porque están chulas. Entendí lo que es quedarse en shock. Y después de esto, los abrazos y besos con ellos y vuelta al local de moda,... Bajamos al sótano y tomamos otra sidra y pensamos en salir a cenar cuando Marco y su amiga se habían ido. Y lo hicimos. Caminamos hacia el Soho y cenamos en Bill's. Estupendamente, entre risas y con luz de candelabros. Una fortuna. Por cierto, que yendo a darle la sorpresa a Álex, apareció la tienda Vintage que buscaba. Se lo dije a Ricardo: estábamos de racha... Era cuestión de tiempo.

Cenamos y se nos hizo tarde. Nos quedamos baldados en el autobús de regreso a la residencia. Cerca de las tres nos fuimos a dormir. Y caí entre el fresco de la noche y mis sueños... Que son varios, aunque los tenga tan aparcados.

Nos levantamos el domingo y nos fuimos a Bricklane Market, junto a Whitechapel, el barrio de Jack, que tantas veces quise visitar... El paseo se alargó primero del mercado a la Boxshop y, con el dolor de cabeza de Ricardo, hasta el Soho, en un camino serpeante de algo más de una hora y pico de paso sosegado... Y de palabras. 

Llegamos al Pan Quotidiane cuando Bea se iba a casa pero nos quedamos con ella a comer (vegetarianamente) y pensamos qué hacer por la tarde. Con la comida agarrada al estómago, les dije que mataba por dormir en un parque. Y nos fuimos al del Soho a hacer la fiesta entre otras trescientas personas que aprovechaban el sol que allí nunca sale... Cerré los ojos y dejé que los acentos de unos y otros se fueran diluyendo entre el sueño. Álex llegó cuando el sol se escondía y nos habíamos despertado en mitad de nuestra siesta en el Soho. Aquellos pequeños placeres, que siguen siendo imprescindibles. Únicos. Que me hacen respirar... Caminamos a buscar una heladería por Leicester Square, donde descubrí "I'm so excited!" la última peli de Almodóvar (Los amantes pasajeros). Helado de dulce, a tope y camino de vuelta a la residencia a recoger en diez minutos y marchar solo al aeropuerto. Dejé a Ricardo cargado de bolsas y de pensamientos en la puerta de la residencia, y me fui con la sensación de saber que pronto volveré a Londres, a hacer estas cosas, que son tan mínimas y que me dan tanta vida...

Todavía miro al cielo y me ciega el sol en mitad del Soho. Aunque ya se nos hayan pasado los aires frescos que cortaban la cara a la orilla del Thames... Volveré. Lo sé. A ver de nuevo a Lady Jane... 




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