domingo, 19 de mayo de 2013

23:32


Escribo ahora con el regusto de un trozo de ensaimada ibicenca que ayer apareció en casa. Mis padres hacen estas cosas como nadie, lo de dejar cosas en el comedor cuando no estás y como estaban recién llegados de Ibiza, me dejaron un pin osezno y una ensaimada que sabe a Gloria. Y casi a Greixonera. Hago planes a media tarde de cómo ir organizando la llegada del verano. El sobrepeso del invierno me empieza a molestar hoy domingo, con temperaturas de septiembre, en esta primavera tan rara que estamos viviendo. Cuando me decidí a escribir hoy, el horno apuntaba capicúa su hora: 23.32. Y así, me vine a escribir sabiendo que si pierdo alguna hora esta noche, la gané de tardes.

Ha sido un fin de semana intenso. El viernes, cuando ya había acabado con los temas de la radio y del insomnio, cuando ya me meneaba en las postreras horas del rencor hacia la pequeña rastrera, me recogió Manolo en casa y le invité a unos vinos en la Virada. Nos fuimos luego a cenar dos ensaladas en la falla, allí los que estábamos, reunidos para hablar del teatro que viene. Nos recogimos y nos fuimos al Cyrano, Adrián, Laura, Sergio y yo. Y luego acudió Manolo con un amigo (del que volví a olvidar su nombre). Salimos a la calle, Chuso con su colega y su fiesta nocturna, el frío húmedo de la noche, el resto, Laura recogiendo el local y Luis que vino a cerrar. Yo me fui a Gran Vía y recogí el día, con mi insomnio a cuestas.

Me puse el despertador y me levanté. Perdí mucho tiempo frente al ordenador y casi se me tira encima el reloj contra la boda de Carol y Rafa en Casa Sendra. Les casaba yo. Otra vez, si aquella boda de la falla, en una noche de marzo de hace cuatro años, valiese. O valiera. Les casé, rápido y ágil en una ceremonia bonita y sin artificios. Lo que tocaba. Me fui a casa, me cambié y me fui a Aroma a recoger a Gloria. Caminamos bajo el invierno tosco de mayo al Pou del Quint, donde se celebraba San Isidro y allí, con los Tronats, comimos una paella entre risas y jaranas. Nos dieron las seis de la tarde, yo con el tiempo casi justo, para después de pasar por el Gran Turia a cambiar la pantalla del móvil de Gloria llegar al concierto en el CIM, con versión del Paquito el Chocolatero a cargo del colegio alemán, incluida. Acabó el concierto e hicimos marcha. Cena en el Quint, con los miembros de Ahuim, solidaria. Volvimos paseando, Antonio, Alejandro, Delia y yo hasta El Tanguito a tomar café, y allí nos encontraron Pepa, Nuria, Lola y Vicente. No nos dio tiempo a que se hiciera de noche. Ya en casa, me llamó Javi Clero, para tentarme como Adrián por whatsapp, pero la agenda aprieta. Así que me quedé durmiendo y hoy dejé que un sol inmenso se clavara en mi cama con la intensidad de las ocho de la mañana, aunque volví a dormir hasta las diez. He comido arròs amb fesols i naps en la Avenida de la Paz y esta tarde, caí rendido al llegar a casa. Me pusé una hora de siesta y caí abatido contra la noche. Acabo de despertar hace casi nada.

Y mañana lunes. Así que me voy a preparar que empezamos otra semana... De las que se van volando.

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