martes, 14 de mayo de 2013

OTRO LUNES


Ayer pasó. Otro lunes. Qué sensación tan rara. Otro lunes más que llegaba, como un pequeño año nuevo, para que recarguemos de buenas esperanzas nuestra semana, aunque la gran mayoría la consagremos a mirar el suelo, comprobar de vez en cuando si está nublado y maldecir que otra vez, sí, otra vez, es lunes.

Yo hubo un tiempo que maldecía los lunes, y otro peor, en que ni me enteraba de que me llegaban. Para mucha gente, cuando no tiene nada que hacer, el paso de los días se convierte en el goteo incesante de un reloj de arena que no calla, a la espera de poder darle la vuelta y que continúe, sin parar, derramando la vida como pequeños granos que se disuelven en la más absolutas de las nadas... Durante un tiempo yo confundí los lunes con la nada, los martes con los lunes, y así todo, casi todo el tiempo, saltaba de un día a otro, sin mirar siquiera el reloj que nunca llevo.

El paso del tiempo, aquél que han glosado tantos poetas, se marcha cada vez más rápido sin dejarnos tiempo a la reacción. Yo, a menudo, programo todo lo que quiero hacer y luego me maldigo por haber perdido tanto tiempo sin haber hecho lo que pretendía. Los seres humanos, que somos así. Si volviera a la época en que perdía mis tiempos, intentaría plagarlos de cosas por hacer, de caminos por pasear, de días por correr, de mañanas por conversar, de tardes por hacer... intentaría no volver a perder el tiempo, ese tiempo que dejamos que se nos escape sin mayor consciencia que saber que fluye, que se va, que se escapa. Que no vuelve. Pero ya lo dije, los poetas lo contaron tanto mejor que lo pueda decir yo...

Lo que quiero decirte es que no pierdas ni un segundo, que luego te hará falta. Que si no tienes sonrisa ahora, salgas a buscarla. Que si no tienes felicidad, mires hacia el cielo, esperando que te caiga como una tronada de verano... Que si no tienes motivación, empieces a caminar, cada vez más rápido, soñando que alcanzas nuevas metas,... porque así, cada día, querrás que la arena de tu reloj caiga más lentamente, que no se disuelva, que no se pierda... Que no huya, como tantas veces puede que huyamos nosotros, cuando el tiempo se vuelve en contra nuestra...

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