domingo, 12 de mayo de 2013

CARTA A UNA FLOR (TALLADA)


A la tristeza de la flor tallada:

son las nueve y diez: casi las diecinueve. El cielo clarea al final, dejando que se vaya el día y los últimos golpes de luz, clarean de manera tibia la poca vista que me alcanza más allá de la puerta del balcón. Casi no oigo ni el teclear de mis dedos, cansados de domingos en los que no hice nada para cansarme. Y pienso en ti otra vez más, flor que se seca a pasos agigantados, destino marchito, y pienso en el caminar nocturno, deambulante, de nubes bebidas y sueños perdidos. En aquellas palabras que pudieron ser tuyas. Para ti. Y en mi convencimiento de que no debe uno nunca de prometer nada que luego no vaya a cumplir, porque acaba con la desilusión caminando de la mano, de la misma manera que tus pétalos se pierden, cada segundo, de manera más débil...

A veces me mezo, querida flor que cortaron, entre la esperanza y la ilusión; sin pensar, siquiera, que nos desesperanza la propia espera y que confiar algo más, es comenzar a perder... Pero no siempre quiere uno ganar. Y al final tú, flor de mayo, te quedas sola, tallada, en silencio, a la espera de saber qué pasos decidirá dar esta boca callada, que no es que no tenga nada que decir.

Espero volver a escribirte pronto. Seguro que sí. Seguro que como siempre...

Posdata: El cielo, cada vez, clarea ya menos.

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