jueves, 9 de mayo de 2013

COMO AGUA ENTRE LAS MANOS

 


Sin mirar el reloj, miras al día y piensas aquello de pardiez cómo se nos va la mañana,... Como se ha pasado la semana, mañana ya viernes, pensarán los optimistas. Y echas la vista hacia detrás, y sin querer recuerdas perfectamente la nochevieja o las vacaciones veraniegas del año pasado. Y entonces te entra un calambre, un vértigo sin parangón y piensas, crees, dices: ¡Cómo se nos va la vida! Como un río, y esto no es mío, que lo dijo Manrique, que de versos sabía mucho más...

Entonces, por nostalgia de futuro o por miedo a que se nos escape la vida, como arena entre los dedos, nos ponemos las pilas y nos planteamos pararnos, mirarnos, otear el alrededor y directamente, sin paliativos, ni vendas, nos proponemos cambiarnos la vida. Lo decimos claro. Se acabó. A partir de hoy... Y a partir de hoy emprendemos mil retos sobre el papel, pensamos mil destinos hacia los que enviar nuestras vidas y soñamos con aquello que nos encantaría hacer a partir de hoy para que sea más fácil y llevadero el no tener que mirar hacia ayer, o el hoy mismo, y acomplejarnos porque nuestro camino diario no es el que más nos apetece...

Suele suceder también que estos propósitos de enmienda se quedan en nada, se diluyen con la vuelta a la monotonía, ¡maldita monotonía!, que sólo rompemos cuando nos paramos un día y decidimos que se acabó, que desde ahí nuestros caminos emprenderán otro rumbo... El que sea, pero un rumbo nuevo. Yo te recomiendo que te pares, de vez en cuando, que otees lo que te rodea, que respires – algo muy importante y que se nos ha olvidado – y que decidas a partir de ahí hacia adónde quieres mandar los futuros pasos de tu caminar... Te digo, por experiencia que casi nunca cambiarás de inmediato nada, pero a la larga, y sin darte cuenta, si eres capaz de saber hacia adónde no quieres caminar, los pasos de tus piernas buscarán otros sentidos, nuevas direcciones, y te llevarán hacia allí...

Algunas pocas veces, cuando decidimos algo, además, sí que lo cambiamos enseguida. Y sólo el cambio, ya es una virtud, una suerte, una fortuna... Perdemos demasiado tiempo deseando que nuestra vida sea cómo es muchas veces pero no invertimos ni un segundo en anhelar cambiarla, en decidir dar pasos nuevos, en caminar hacia nuevas direcciones, sin darnos cuenta que cada día, las mañanas vuelan más rápido, las semanas se consumen antes y los años desaparecen, como agua entre las manos... Y a eso hay que ponerle solución.

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