Ayer se jubiló mamá. Suena a palabras mayores. Suena a paso de los años. Ayer se hizo la Burrufallas, como la llama papá, sus sesenta y cinco años, dos hijos y una nieta, dos infartos, un marido y varias vidas. Acabamos siempre por venerar a nuestros padres porque, pasados los años, te das cuenta de que pretendes no ser como ellos, pero te sientes incapaz de renunciar a nada de lo que hayan hecho por ti, de lo que te hayan dado, de lo que te hayan inculcado. Yo, de mamá, por ejemplo, no he heredado la capacidad de sociabilizar, eso es más de mi padre. De mi madre, quizá, la respuesta rápida. El leer, disfrutar de la tele, algunos artistas, los hoyos de la sonrisa se los llevó mi hermana,... Y a ratos se los deja a Edurne, que concluyó muy inteligentemente ayer que "si no había tarta... ¡pues menudo cumpleaños!".
Ayer, como ahora tengo tiempo hasta mío, me fui a casa de los papás. Comí con Rosa y con Edurne, con la que me estuve riendo la tarde entera. No tuvimos tarta, pero estuvimos en familia y yo con una calma que hacía tiempo no estaba...
Me dedico el resto de tiempo a limpiar la casa y a prever mi futuro, sin echar las cartas ni mucho tiempo, no vaya a cansarme el porvenir sólo de esperarlo... Ahora mismo me iré para la tele, porque participo en el magazine de verano que ya ha empezado y luego he quedado a cenar y a hacerme una copa. Es miércoles, hace calor, mi día se ha pasado sin salir de casa, reordenando libros y organizando CDs, pasando la escoba, vía urgente, por el hogar... Y aún me queda por hacer, pero ando tranquilo, mientras chateo un rato por facebook y hago planes de trabajo que tendré que concretar pronto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario