Llego ahora, casi ahora, del teatro Olympia. He visto "Hair" en su despedida, que es el primer musical que compré. Aquarius y Let the Sunshine son dos temazos que merecía la pena tener en la discoteca particular. Le regaló Salvaferriol las entradas a Angelita, que el viernes celebró el cumpleaños que cumplió en Santiago de Compostela el día 29. Mano a mano, atravesando la concentración del 15 M que ha llegado a junio, llegamos al teatro y, vaya que sí, qué gozada. La puesta en escena, espectacular (la cartografía, que diría Angelita, tremenda), el elenco más que afortunado con unos protagonistas totales que redondean perfectamente la historia. Me he emocionado y me ha dado ganas de aplaudir. Ha cumplido por encima de las espectativas que tenía: me ha parecido fantástica... Y me ha hecho soñar.
Soñar hace que se rompa mi realidad, mi día: soñar me empuja hacia arriba o hacia un lado, como si me saliera de la carretera. No sé si debo o no salirme del camino, no sé qué quiero hacer... Y esta indecisión, que no me gusta cuando aparece, rompe los esquemas de lo cotidiano, de lo que tendría que ser y de lo que parece que será. Pero si dejo de soñar, si me pongo ante mi mañana, descubro que debo ser consciente de que el esquema se ha roto, que el sueño no me invita a soñar si no a descubrir la realidad, y entiendo entonces que el sueño, el deseo, el anhelo y lo que tendrá que ser, es lo mismo, y es mucho más de lo que tiene mucha gente...
El viernes celebramos el cumple de Angelita en la calle Conde Altea, en un pub, junto al Ni se sabe. Pasaron por allí sus amigos y muchos de los míos y lo celebramos alargando la noche. Me fui con Leo a echarnos las risas que tenían guardadas en el Umbracle. Con su Raúl Tamarit, que no es el mío. Anduve a coger el taxi y llegadas las seis de la mañana fui del sueño. Por la mañana del sábado me fui a la misa de los manchegos y me recogí a casa para hacer una siesta de casi cuatro horas. Salimos a cenar Angelita y yo, mano a mano: cenamos en Rokelin y fuimos al cine. Vimos ¡Qué dilema! Cómo la vida misma... Anecdótico, cuanto menos. Al salir nos fuimos a Cyrano y con Luis, Leo y Jorge a la avenida de Francia. Le dejamos en casa antes de irnos los cuatro chicos una noche más al Umbracle. Luis y yo nos sentamos a dejar que pasara la madrugada: hablamos del futuro perfecto, del imperfecto, del plusquamperfecto y del condicional: que es el que menos me alivia últimamente. A las siete de la mañana, ya de día, nos vinimos a casa. Madrugada rota. A dormir. Me desperté a las cinco horas y acudí a la comunión de Jaimenavarroobrer en el casal de Maestro. La mesa compartida con Montesinos y señora, Prim y Cristina, Nachojara y Mariluz (que me recordó tanto a Carolina, la amiga de Nuria y Alejandro), con Angelita y nuestras cosas... Y nos dieron las siete de la tarde que es cuando nos paseamos hasta el Starbucks y a ver "Hair".
Mi fin de semana, ya véis, pese a todo, ha sido no parar... Y parar algo, no es anecdótico, ni sueño... Es realidad.
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