sábado, 16 de enero de 2010

DE AQUÍ PARA ALLÁ

Salimos del trabajo, después del picoteo con Santi que se va del Ayuntamiento para jubilarse. Un tipo entrañable y una persona que hace sonreír a los demás, lo que es especialmente gratificante. Cogimos el taxi y nos plantamos en casa de la recién operada Mabelón para comer con ella y con Pepe. Da igual que acabara de salir del hospital: Mabel sigue cocinando que da gusto.

Se fueron todos y nos quedamos mano a mano en el sofá del comedor. Nos pusimos al día. Y nos echamos unas risas, breves, pero risas al fin y al cabo. Me fui al "The News" hablando por teléfono porque había quedado con Hugo. Nos hicimos una pinta y una sidra, como en Londres. Y le puse al día de mis asuntos con el trabajo y de todas esas cosas.



Llegó Ángeles y nos fuimos al teatro a ver a Luis Piedrahita. El gran Piedrahita. Me encanta. Creo que es uno de los mejores monologuistas, junto con Flippy y Quique San Francisco que yo haya visto. Tuve la suerte ayer de verle en directo y me volvió a gustar, muchísimo además. Cuando acabamos nos fuimos a la Tasca Ché a cenar.



Antes de llegar nos encontramos con nuestro anuncio en Bershka. Uno de los símbolos de la amistad de nuestra pandilla, la "L" en la frente es ahora la imagen de la tienda de moda. No sabemos por qué, pero ahí está. La risa fue evidente y el sms a todos los demás. Algunos pidieron que pidamos indemnizaciones... ¡Y no es para menos!


El Ché volvió a ser ese rincón atemporal donde la cocina casera sigue triunfando a raudales servida de la mano de los camareros más amables y divertidos que haya en la ciudad. Es un espacio diferente, con sabor a la Valencia antigua. Un bar de 1933 que sigue guardando la esencia más pura y familiar. Se agradece. Nos cenamos una txistorra, regamos con sidra y cerveza, unas albóndigas del paraíso, unos cojonudos - que lo están - y unos huevos con jamón y patatas. Directos al café.

Llegamos y María Jesús ya estaba con Marcos cuando el local estaba casi vacío. Nos pusimos a hablar y a reírnos. Cyrano me gusta por eso, porque aglutina conversaciones en torno a una noche. Y la de ayer fue especialmente divertida. Tal y como se fue animando el cotarro fue llegando la gente. Manolito, Ana y Javi. Al rato, Alberto acompañado. Y David y Carol. Pedrillo, luego... Hablamos de todo. Y nos dieron las cuatro de la mañana. No apetecía irse a casa, porque la noche, ya os digo, fue brillante. Pero hoy tocaba madrugar, para seguir con el sábado. Un sábado que ya os iré contando...




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