Hay días que uno tiene la sensación de que las cosas salen, suelen ser vísperas de días en los que nada surge. Pero hoy, bajo el cielo más encapotado de los últimos tiempos, la sensación era de progreso absoluto, de ir encontrando respuestas, soluciones, salidas, sorpresas, buenas noticias... Hoy he salido del trabajo harto contento.
La mañana era fría y de invierno. Una capa extensa de niebla, de boira, cubría la ciudad. Los días así uno tiene la sensación de que todo le va a ser turbio. Pero no. No he parado. Ha sido un día de actividad frenética. Y aún me queda por delante mucho qué hacer. Hoy me siento pletórico, cargado, con esperanzas, con ganas de proyectar, de llevar adelante, de seguir apostando... Hoy me encuentro entre los abrazos de mis amigos y sus mensajes, y sus risas en el facebook, que son las mías,... Y la niebla, al final, siempre, se disipa...
Uno tiene la extraña sensación de que la tranquilidad más absoluta es un estado placentero, pero a mí la calma total me preocupa. Prefiero la intensidad, el no parar, la marcha continua... Dicen que debo de ser hiperactivo. Pero cuando yo nací, no había niños hiperactivos, los había moviditos. Y yo era muy tranquilo. Por eso tengo la seguridad de que ahora no paro porque guardé muchas energías, y días como hoy, con niebla, con boira, cuando las cosas salen y sonrío, noto que me recargo...
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