martes, 14 de octubre de 2014

CATORCES DE OCTUBRE

Desde que conocí a Aída, éste era su día. El de su cumpleaños, tan perdidos y dejados como estamos el uno del otro. La distancia que no es el olvido, pero es laxa pausa en la vida. Desde hace menos años, el 14 de octubre lo tengo grabado a fuego, lamentablemente, también en las resacas de alma. He mirado atrás, he ido a cinco años antes para ver mis letras entre una canción de Amaral y un sentimiento de querer esconderme bajo las sábanas la vida entera. Y me he sorprendido a mí mismo sin saber cómo se cocinaban aquellas horas en las que los sentimientos iban rasgando mi espalda. Mi corazón, sin duda alguna, que aún late. Y seguirá latiendo.

Miré también al 14 de octubre de 2010 y encontré un juego que me preguntaba dónde me vería dentro de cinco años. Bien, han pasado cuatro. Y queda menos... Lo mejor es que no sabemos para qué. A ver de aquí a un año si recuerdo estas letras y soy capaz de explicaros algo... Y que sea bueno. Es menester.

El 14 de octubre no escribí: no podía. Estaba como Raúl esposado en un escenario representando con Angelita "La solución". Recuerdo el teatro Flumen, la cena previa a la representación y el momento en que se abría el escenario. Y recuerdo que pensé en que si actuaba pensando en alguna persona, me saldría bien. Y se fueron los nervios y llegó el sudor. Pero salió requetebién.

Y así, reviso y me doy cuenta de que hay de todo, que pasa de todo, que sigue pasando... Y lo bueno, es que hay algunas cosas que olvido. Pero es mejor algunas tenerlas muy presentes.

El 14 de octubre de 2009 no lo olvidaré jamás. Ni cuando conecté el directo de la tele. Aquél mensaje, aquella dedicatoria. Salió de la tristeza. Si duele recordarlo es por no olvidarte. Y esa es la parte bella de todo... que sigues ahí. Como cada 14 de los catorces de octubre.

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