jueves, 2 de agosto de 2012

CHAFAR LA FELICIDAD




Por encima de las nubes del cielo siempre está el sol. Nos puede parecer que todo se ha nublado en nuestras vidas, podemos cegarnos ante los problemas que nos embisten de manera salvaje, pero más allá de esa negror que es lo único que vemos, hay un mundo lleno de luz y de color.

Nos perdemos en batallas sin salida que nos hacen perder la guerra, una guerra que debemos de batallar contra nuestros miedos y nuestros temores, contra nosotros mismos. Perdemos demasiado tiempo en acariciar las sinrazones de las penas que nos azotan y sin embargo nos sentimos incapaces de pelearnos a duelo las guerras que nos importan, que nos deben de importar.

La felicidad no es algo que podamos conseguir. La felicidad es el camino por el que debemos de pasear hasta completar nuestros sueños. Hemos de ser optimistas por venganza y fortalecer los cabos que nos atan a la isla de nuestros deseos para no perdernos en la inmensidad del mar.

Podemos ser más siempre, podemos luchar por mejorarnos, podemos batallar por conseguir cada día un poco más, de cualquiera de los méritos que queramos que nos acompañen en nuestra vida y tenemos que hacerlo siempre paseando con garbo por los caminos de esa felicidad que muchas veces no encontramos.

La felicidad es un camino que chafas todos los días con tus pies: deberías de darte cuenta que hay un mundo por delante que está esperando a que tú lo descubras. Como un Colón del alma, me cargo mis carabelas y me lanzo a los océanos. Y descubro entre los mares de mis cariños y mi amistad, personas que me invitan a seguir navegando en el velero de mi libertad...

Caminar es difícil. Pasear por la vida con la intención de hacerlo descalzos sobre la felicidad y acompañados por esa gente a la que invitaríamos a una copa de alegría siempre, es la mejor recompensa para seguir mirando al cielo cada mañana o buscar cada noche entre las estrellas que se perdieron en la oscuridad por vergüenza de su propia belleza.

Tenemos un reto ante nosotros. Descálzate y coloca tus pies fríos sobre la baldosa de la felicidad. No vuelvas a mirar al suelo. Deslízate sobre ella con la fiereza de un animal salvaje y la destreza de una pluma que volando cae, cielo abajo. Mira sólo a los lados, para mirar a quien te acompaña e invita a que pasee junto a ti por ese camino cargado de emociones. Al final del camino, sin atajos ni precipicios está el sueño que tanto anhelas. Camina con fuerza, sin mirar atrás, cargado con las emociones que despertarán tus sueños y sigue viviendo cada mañana mirando al cielo y sigue buscando cada noche a las estrellas que se escondieron por el rubor de su belleza...


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