Fuera en la bañera del Nolan cocinan pollo a la brasa y se doran las patatas dentro del horno, aquí la Citronela invade todo, Pablo reparte vinos y Alicia va de un sitio para otro tirando spray contra los mosquitos, Laurita escribe al móvil, Raquel sonríe a carcajadas. Leo y Raúl se encargan de la carne. Como no. Suena Miguel Bosé: los chicos no lloran, sólo pueden soñar... Y en eso estamos, en mitad del sueño. Me invade la nostalgia de arrastrar las últimas horas en la isla, antes de partir mañana hacia Formentera. Me quedan tres lunas y dos suspiros. Cada uno que los reparta como quiera.
Nos despertamos esta mañana, de verdad que me habría dado una vuelta más. Y me despierto y me desoxido con un zumo de uvas y me oxígeno con otra brisa de mar. Pasamos juntos todos la mañana en la proa del barco y compartimos una jarra de vino y menta y un capazo de risas. Música de Shakira y cielos de paraíso. El sol castiga embistiéndonos salvajemente contra las cremas y el colchón. Nos vamos turnando en las idas y venidas; hablamos de casi todo y seguimos con la risa.
Cocinamos un arroz al horno y un guacamole que entra bendito. Comemos a una hora prudente y nos siesteamos, una tarde más en la proa: Pablo, Raquel y yo. Contamos las horas bajo el sol para que llegue la nueva zodiac y comprobamos cómo atardece a las seis y nada de la tarde porque todo el cielo está nublado. Laura me hace un medio masaje porque tengo que irme a comprar con la nueva zodíac que ya nos han alquilado. Más pequeña que grande, la nave no ofrece ninguna seguridad y aún así o pese a ello, nos embarcamos Leo, Pablo y servidor camino de la Bahía de Sant Antoni para comprar algo en el supermercado. Cuando salimos a la fauna que dominan ingleses y alemanes, todo es distinto. El ruido copa todo y los gritos de alcohol de los jóvenes que se atrincheran en los balcones de los hoteles. Compramos, nos ventea la calor al salir del super y roba Pablo algo de romero de la calle, antes de comprar tabaco. Volvemos a la zodíac, más pequeña que grande.
Surcamos la mar con las olas de los otros barcos jugando a nuestra contra y llegamos al Nolan. Tuiteamos la llegada con la compra y nos ponemos a preparar brasas para el pollo y patatas para acompañar.Ya lo dije: están afuera, gritando cada canción, mientras tecleo entre la Cintronela y el vino blanco que cubre la copa...
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