Hoy es primero de octubre. Miro hacia atrás y me pierdo en la vertiginosa velocidad con que se ha acabado el año, lo damos por hecho. Queda casi nada. Hace unos meses estábamos en la Puerta de Sol, diciendo adiós al 2010 con la esperanza de que este año impar fuera de fortuna. Siempre he sido de años impares. Y ahora, que casi acabamos, pues no sé qué deciros. Si es bueno, si es malo. No lo sé... Es de cambios, de muchos cambios. Dicen que los cambios al final siempre son para mejor, pero no son fáciles. Aunque nadie dijo que nada tuviera que ser sencillo.
Mi facebook ha bajado de intensidad por el fin de semana: ¡qué curioso que cuando la gente tiene más tiempo libre, está menos en facebook! Vamos, que la gente está facebookeando en el curro, fijo. Me apetece hacer algo distinto. Esta tarde me iré al cincuenta aniversario de Discomoder y luego, probablemente, seguiremos por el Umbracle. Me apetece hacer algo distinto. ¿Pero qué? Esta tarde quiero ensayar algo, antes de salir de casa... Ahora están los Simpson en la tele y unas patatas al horno por el microondas. ¡Clic! Ahí están...
Anoche me invadió una tristeza grande. El año se va acabando y se lleva muchas cosas, parece ser... El camino, que sigue. Ahora que parece que todo está terminando, que suena a capítulo final... Me apetece hacer algo distinto.
RECUERDOS
Mi primer recuerdo es un monitor de hospital. Es un recuerdo que me suena a real, aunque lo tengo como una nebulosa perdido absolutamente en el pasado más lejano. Lo recuerdo con un batido de fresa: tengo el recuerdo de mamá diciendo que era un batido de fresa, pero calculo que era algún medicamento... Recuerdo a una amiga de mi madrina, en el piso de Mislata, vestida de payaso, no sé por qué. Y yo huir, rápido a la cocina de azulejos cuadrados con un reloj redondo, azul turquesa, una esfera amarillenta y los números en cuerpo grueso y de color negro, del 1 al 12... Son mis primeros recuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario