martes, 7 de diciembre de 2010
LAS CUARENTA
Qué noche. La pasada. Como si se hubiera ido la memoria por sus derroteros, mi mente se disparó a su velocidad y sin tener en cuenta mis horarios: fue una noche, rondeña. Dura. Memoricé unos versos sobre la marcha y éstos se repicaron como una letanía, infinita, interminable, perdurable... A las tres y media de la mañana seguía con la comparsa, con la santa compaña entre mis sábanas blancas, bajo las mantas: a veces al calor de ayer, a otras pasado por el frío que calculo ahora... Sonó el despertador. Recordé al rato que anoche me perdí con Sergi, Laura, Angelita y Rosario por los cines del MN4. Vimos "A tres metros sobre el cielo", que se basa en la novela de Moccia que no acabé de leer el noviembre del año pasado,... Ayer supe como acaba.
Escucho ahora a Diego El Cigala, que es mucho, cantando Garganta con Arena: cierro los ojos y veo a Dios. Qué maravilla de versión, qué tangazo... De tango.
Me metí en la ducha a quitarme la mala noche... Nos vamos a La Cañada a grabar algunas cosas que necesitamos para la presentación de este año. Últimos alfileres: coser y cantar. Nos falta cantar... Al acabar nos pasamos por los almacenes de Chinatown y el cuerpo pide salsa, wasabi, y algo de maki: comemos en Ruzafa, calle, Osaka, donde la camarera nos saluda ya como si fuéramos de la familia, que entre nosotros casi lo somos.
La lluvia azota la calle Colón. Recorremos todos los Zara de Valencia. Me compro un suéter, lo saqué hace dos semanas en la tele y todo el mundo me dijo que le encantaba. A mí también. He de bajar a la L, holgada. Pero cara navidades me parece complicado... Frío en los pies. Llueve.
Miré al cielo un rato esta mañana cuando parecía que iba a dejar de llover y necesité que lloviera más. Y sigue, el cielo, llorando, que debe de ser la metáfora más manida que tengamos para la lluvia,... La ciudad, prenavideña, se limpia sola con cada gota y el frío nos reclama atados a la tierra. Dos valerianas. Silencio, calma. Diego el Cigala. La noche. Salgo ahora mismo a cenar, me llamó David, para ver si nos veíamos algo. Y nos vamos a ver el fútbol. Parecemos familia, dice Sergio. Yo les veo más que a mi familia...
Llueve. El frío, atado a los pies, anclado a la tierra... Aprendí todo lo bueno, aprendí todo lo malo, canta el Cigala... Cómo canta. Como Dios... Yo pensaba que cantar las cuarenta era del guiñote y es un tango, que me acaban de cantar:
Aprendí todo lo malo, aprendí todo lo bueno,
sé del beso que se compra, sé del beso que se da;
del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga,
y sé que con mucha plata uno vale mucho más.
Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reír;
no pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil!
La vez que quise ser bueno en la cara se me rieron;
cuando grité una injusticia, la fuerza me hizo callar;
la experiencia fue mi amante; el desengaño, mi amigo...
Toda carta tiene contra y toda contra se da!
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