viernes, 9 de abril de 2010

PLANES QUE NO SE HACEN



Radiografía parcial:
Daños ocasionados por el entorno. Invasión ajena.

Ando apurando la semana, viernes mañana con ganas de tarde. Voy a pasar por el sofá que no tengo todavía (ayer encargué uno, verde, esperanza) para ver el capítulo de la serie que me perdí. Ando ahora en proceso de calma absoluta después de una conversación de teléfono, después de una reunión de pasillos, después de una conversación telefónica que nunca vino a cuenta. Tengo planes para mañana y para hoy. Los de hoy, evidentemente, van primero. Ya veremos... Lamento el tono de la conversación primera, la que hubo antes de la reunión de pasillos y de la llamada segunda. La llamada segunda hablará con la llamada primera. Pero me cansan ciertas cosas y renunciaré a ellas. Renuncio a satán, a sus pompas y vanidades... Eso lo escribí hace años, cuando quise ser novelista. Me quedé en el camino, deshauciado, solo. Pero los caminos se pueden retrobar siempre: ay, si fuera, al borde de una buhardilla londinense... Me huelen los segundos a viaje, anhelo escaparme, camino como vamos del verano. Ya veremos, porque ando que no hago muchos planes, aunque al final siempre tengo ciento y pico. Hoy comeré tortellini: plan realista que me formulo poco antes de llevarlo a la práctica.

Voy cerrando el despacho. Miro la hora, miro la pantalla (sigo sin mirar el teclado, gracias a unas clases de mecanografía que di cuando era joven. ¿nunca os hablé de mi Olivetti Lettera 12? La compraron mis abuelos, unos Reyes, cuando también pensé que quería ser novelista...).

De los planes de futuro me quedo con los que realmente me apetecen, son pocos, confusos, no declarados, casi no planeados... Debería sentarme al albor del viernes, libreta en mano, para recitar con boli sobre papel qué quiero hacer en los próximos días (o semanas, o meses, o años...) y formularlo desiderativamente como plan de acción. Acción, que no falte...

Radiografía imparcial:
Aquí estoy con mi tronco incalculado, tallado a cincel. La risa gana al llanto, el futuro al presente. Aunque de vez en cuando me tuerza con presiones varias. Ansiedad. Estrés. Un fututo prometedor empieza desde hoy.


Ando leyendo "La Catedral del Mar". Debo escribir algo, hace una semana me puse, manos a la obra. El teléfono se corta sin acabar la conversación... Y ahora, el viernes, me place, se acaba laboralmente, me llena. Me relaja. Estoy en calma...

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