Desde la atalaya de casa de mi amigo la vida era distinta. Era más calmada, silenciosa. Nos enfrentamos a un plato, versión de wok y charlamos. De lo divino y de lo humano, más de lo segundo. Le hice algunas confidencias en secreto mientras la ciudad, afuera, parecía escuchar a ver qué se nos escapaba. Pero no hubo suerte. No supieron nada. Los informativos captaron un poco nuestra atención, si acaso algún comentario perdido sobre el volcán que ardía en llamas, el caos descontrolado, la ceguera de Saramago... Eran vísperas del fallecimiento de Samaranch. Nadie negaba que fuera primavera,... Hubo más conversación al borde de un frapuccino de moka (tall) con nata y sin excesos de azúcar. Me fui a casa. El caballero oscuro entró en la gruta. Teléfono y un día convulso, marcado por algunas predicciones ilógicas, pero acertadas... ¿Os gusta leer entre líneas? No lo intentéis...
El miércoles comí, banquete excepcional, con Luis y Jorge. Tomate riff sobre sardina en salazón. Torrija caliente con queso de cabra. Croquetas de champiñones con no se qué a la no se cuántos... Sobre pizarra negra. Cochinillo de Segovia al estilo Torrijos: un acierto de comilona en mitad de la nada. Con la ventana al lado, la vida al frente, sobre el plato un brownie espectacular (para haber comido sólo postre, llegué a pensar). Me fui a la tele. Programa nefasto. Siempre hay alguno, que no hayan más...
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