jueves, 1 de julio de 2010
LA BELLA VELADA
Anoche nos perdimos entre la noche, entre los que estaban y los que no y nos sentamos alrededor de una mesa en una cena (gracias por la cena, pareja) en la que no faltó de nada ni de nadie.
Nos echamos las primeras risas entre croquetas y anchoas, luego con calamares y al rato carne trinchada con una salsa que tiraba de espaldas: rematamos con vino tinto y unos postres de lujo. Vamos, lo de anoche, la cita apartada y tantas veces retrasada se convirtió, primero y antes que nada, en un festín gastronómico.
Lo segundo: la joya de la corona. Poder compartir mesa y mantel con la gente que lo hice, fue genial. Y sí: no voy a decir quienes eran. Enfrente una chica que compartía con su compañera dos bondades: que tienen cara de buena gente y lo son, que sonríen continuamente con la mirada y que simplemente con estar junto a ellas, te sientes como más tranquilo, acogido, acomodado... Doy la inicial de ambas que es la misma: A. Al lado de "A" su marido, mi recién amigo (en el tiempo) porque uno tiene la sensación de conocerlo de hace mucho. Y ahora que sé que te dejas caer por aquí, que sepas una cosa V., me caes bien. No sé por qué. Pero me caes muy bien...
Junto a mí, por la izquierda: D. Otra sorpresa revelación, porque los ratos en que le dejamos hablar (hay que ver como nos gestionamos las pausas los demás) borda y siembra. Recoge al rato. Y si se va pasando la noche, se va disparando y acabas riéndote de la naturalidad con que te cuenta las cosas. Otro descubrimiento. A su lado: J. El hombre que no estuvo. El hombre de las iniciales, quien ha provocado este desaguisado... Otro al que le cogí cariño vía rápida y que me abrió las puertas a seguir conociendo a los suyos (agradecido siempre). Un amigo. De los de verdad.
La noche fue genial, la cerramos entre alfajores y ron con cola, con una brisa que sólo tienen los pueblos donde el verano cierra antes las noches. Una despedida marcada por el reloj de una noche entre semana que hubiéramos alargado hasta que los caminos recobrasen la luz del día... Y una promesa: organizar otra pronto.
Así, como la de ayer, secreta, sin que exista, sin que sea, como nunca fue... Con los mismos... Con esas iniciales que se encontraron bordeando anoche una mesa, y otra al rato. Gracias por una velada tan bella...
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