Un proceso extraño de reconstrucción, de crisis. Las crisis que sirven para evolucionar y revolucionar. En algún rincón de mí, en algún aspecto de mi ser, de mi persona, de mi bagaje me estoy revolucionando, reconstruyendo con ciertos temores y algunas expectativas de futuro. Sea como sea, reconstrucción... Que da miedo. Que aporta futuro...
Ayer hablé de mí en primera entraña. Anoche dije en voz alta cosas que nunca había dicho, que quizá ni me había dejado pensar. Contestando de manera rápida para no dejarme tiempo a pensar, a que ganara la tranquilidad y el sosiego, la comodidad, sobre lo nuevo, la esperanza, el futuro, que tanto miedo suele darnos...
"Hablé de mí en primera entraña" es una frase que me gusta, que acabo de redescubrir.
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Mi reconstrucción, la reconstrucción de mi yo, de lo que debió de ser mi yo me retuerce a ratos por dentro. Otros no. Otros digo: adelante. Y son sensaciones nuevas, ahora por ejemplo, al estómago, agarradas como un cosquilleo continuo que te conmueve por dentro y que calculas es temor de algo, aunque simplemente sea que estás vivo.
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Nadie dijo que fuera fácil, de hecho creo que nunca nos han gustado las cosas poco complejas. Aún así, al día, a dejar que pase el tiempo. A decidir poco. A decir si acaso, y a hacer. Lo más importante. Hoy miro, después de dormir plácidamente toda la noche, a ayer, a mi inicio de reconversión, como un San Pablo de las emociones y me siento relativamente bien, que ya es bastante.
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