El calor me mece, me merece, una pausa en la noche, cuando rondan las nueve y a seguir. De aquí a nada paso bajo el manto de la ducha y luego a cenar. He quedado en Valencia y voy. Voy, mejor de lo que pensaba que podría ir. Voy por la vida, pensando en tantas cosas y en algunas, de manera particular, que de vez en cuando pienso que debería de creer más y pensar menos, y así seguir caminando con menos peso a las espaldas.
Si me preguntas ahora cómo ando, te digo que bien. Que mejor. Que no estuve mal, pero que últimamente tuve algunos planes de futuro en mente que debieron de ser presente. Que no sé si habrá pasado, ni mañana, pero que algo habrá al fin y al cabo. Y así, mecido entre esas ideas y la ausencia de casi muchas otras, voy adelante. Y voy contento. Mejor, sin duda alguna.
Me he pasado la mañana recordando el paseo en barco y la tarde hablando por teléfono con gente que supuse que se alegraría de hablar conmigo. Me encanta cuando alguien te llama porque de repente se acordó de ti y no tiene nada que decirte y te quedas hablando, pensando y haciendo planes. Me voy ahora a la ducha. Me encantaría que mi ordenador no se colgara y me dejara oír algunas canciones mientras me arreglo, últimamente son siempre las mismas y suenan de manera machacona. Últimamente, mi vida, es la misma que quise que fuera y de manera machacona me bombardeo con otras sonatas, que son producto de mí y de lo que no sé que quiero hacer conmigo mismo... Y eso, cuando la serenidad te alcanza, es fantástico...
Como un barco a la mar,
me voy meciendo,
de lado a lado...
Como un barco a la deriva,
tengo la intención de coger el timón
de repente
y enérgico con las manos,
pero luego pienso que es mejor
llegar a naufragar
o descubrir paraísos extraños,...
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