domingo, 11 de julio de 2010

LAST HOURS IN TEMPLE BAR



Dejé de escribir veloz anoche porque nos íbamos a cenar.Digo anoche por la sensación de irnos a cenar, pero en horario español era por la tarde. Nos fuimos a Bray y cenamos junto al mar, carne y puré de patatas, con cocacola y unas cuantas risas. ¡Ah, y pan de ajo! Nos fuimos luego a un imponente castillo, irlandés por los cuatro costados, donde Miguel, Ángel e Iván habían sido monitores. Entramos por la filosa y por el lateral de la puerta. El castillo, cayendo la tarde, parecía una peli de terror. Estuvimos un rato por allí hasta que nos fuimos a Drundun (centro comercial) donde nos hicimos un cortadito. Luego, a un pub a beber sidra de pera y a gastar alguna broma - muy buena - vía Angelita. ¡Pobre Pablo!

Regresamos a casa, dejamos a Patri, y nos fuimos los cuatro a Temple Bar. Allí echamos el resto de la noche, entre aftershocks y ron con coca cola. La vuelta a casa fue un camino de dolor: acidez de estómago brutal. A dormir. Esta mañana abrí los ojos. Se acaba Dublín y toca regresar a España.

Ha sido una experiencia divertida. Me ha ayudado a descansar, a pensar, a reírme, a tomar distancia de algunas cosas,... Y esta tarde toca regresar a un país que anda pendiente de la final de la copa del Mundo de fútbol. Momento histórico y una vez más, con anecdotario incluído: cuando de aquí a unos años la gente recuerde que ganó España, yo recordaré que regresaba aquella misma tarde de Irlanda.

Pd: Me llevo la canción "Lávate las manos y no seas marrano", el pulpo (Pol) y el calamar, la aceira, la carreteira y el orrio, el consuelo y el desconsuelo, las risas de Epi y Blas en la cama, Miguel a patada limpia contra la pared,... Me llevo muchas cosas - pero pocos regalos, no esperéis nada, vamos -.

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