lunes, 15 de febrero de 2010

YO Y MI MAQUINA



Me encontré una máquina de escribir en la calle, tirada, junto al contenedor. Y me quedé mirándola mientras esperaba que llegara el taxi. He tenido un fin de semana morrocotudo. Por eso no os escribí. Por eso y por escasas ausencias de mí. El viernes, me fui a Torrent, a cenar con las Falleras Mayores y con Kepa, que estaba gracioso hasta la saciedad, Gueguel y Davinia. Ella nos bajó, previa vuelta por el mundo, en coche hasta el Cyrano. Y nos encontramos a Alberto y Tape en las cuevas más profundas de la noche y nos pusimos a hablar de trapitos... En toda regla, como lo oyen. Estaba Luis también, y nos echamos unas risas. Hasta bien llegada la mañana. Y llegué a casa y me puse ante el ordenador pero no escribí...

De pequeño pensaba que cuando tuviera máquina escribiría mil historias, poesías, obras de teatro... Llegó una Olivetti Letera 12 en casa de mis abuelos por Reyes. Luego hice mecanografía, en casa de Pascual Peiró, los veranos de mi juventud primera. Y al tiempo mis padres, ya en el instituto me regalaron la eléctrica. Comprendí por aquel entonces que la solución a mis querencias narrativas no la solucionaban ni la Olivetti ni la electrónica, que necesitaba yo un ordenador, y soñaba con un portátil, para ser un escritor de verdad. Pero tardó en llegar. Primero fue un MSX, que servía para casi nada porque nunca fui de jugar con los cartuchos. Luego el primer ordenador, luego el nuevo y al tiempo el del pantallón inmenso, al fin la pantalla de TFT... No llegué a escribir nada relevante...

Me desperté el sábado y vagueé como vaguean los zapatos viejos... Tengo las botas destrozadas, y por ende, los pies. Comí en casa: tagliatelle con gambas mientras hablo con Hugo por teléfono de nuestras cosas y de como yo con menos canas y menos edad, parezco más mayor que él... ¡Hay que joderse! La tarde en vilo, sin hacer nada preciso. Una siesta de dos horas y me levanto consternado, perdido, mareado... A las ocho menos cuarto llego hablando con mi hermana por teléfono, en taxi, al Astoria. Presento el tio Pep. Cenamos entre risas y con taxi me vuelvo a Cyrano porque he quedado con Marta. Están Bea y Raúl. Manu e Isaach. Nos dan las cinco de la mañana y al rato, las seis... Me voy a dormir. Y en contra de lo previsto me cuesta cerrar los ojos...

Nunca llegué a escribir nada. Hasta que no empecé con los "apropósits". Vamos que nunca acabé nada. Y no fue por falta de ganas, creía. Siempre tenía la sensación de que eran falta de máquinas de escribir o de ordenadores y, al final, de nosequé... Faltas siempre y ausencias absolutas que le quitan a uno las razones de lo que quiso ser...

Apenas si duermo tres horas. Me levanto y voy a ver la obra de Manolito. Salgo disparado, helado por el teatro, le doy la enhorabuena al autor y amigo y me piro a Mislata. Tengo recepción del ayuntamiento a la Fallera Mayor Infantil de Valencia. Comemos en El Muro y vuelo a casa, telefoneando, con el ordenador, con mil cosas hasta que llegan Los Goya... ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravo! Eso es espectáculo... Me voy a dormir. Caigo rendido. Sin escribir el fin de semana y a punto de comenzar una nueva semana... Las lluvias lo han salpicado todo. Hace frío. Yo trabajo entre mis reuniones y apuro cinco minutos para escribir esto... Sin máquina de escribir. Yo que la soñé tanto tiempo...

No hay comentarios:

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14.

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14. "Bendita locura" En la limpieza de fotos, anoche, volvió a aparecer el bueno de Paulin...