sábado, 13 de febrero de 2010

DE CARA A LA GALERÍA



A veces, como un cuadro, colgado de la pared de un museo, o en mitad del barullo absoluto del tenderete de un mercado, me siento. A veces, me descuelgo con la sensación de estar en la palestra, en lo público, frente al público, y da la sensación absoluta de estar a disposición de la marejada que azote la costa. Y es entonces cuando soy consciente de la peculiar suerte que tengo. Mi trabajo, de cara al público, cuenta siempre con un sinfín de amistades y detractores que lo malean, moldean y dan cuerpo. Que me invitan a estar siempre en contacto continuo con las variaciones y las variedades, que me permiten no dormime, ir navegando, ir cambiando, ir progresando, ir moviéndome...

A veces la gente, como un cuadro colgado en un museo o perdido entre los sueños rotos del tenderete de un puesto en el mercadillo, descubro que otros viven continuamente en la más absoluta monotonía y yo, que me puedo sentir, a veces, también, más o menos cansado, me descubro como una novedad a cada momento, mientras voy borrando espacios en blanco de mi propia vida...

Ahora, otra vez, cuando el cielo improvisa una lluvia escueta y la noche ha doblado en tiempo a la tarde, vuelvo a ser de mi último silencio en soledad antes de que sea de otros, de un público, de un acto social,... Y mañana, otra vez. Y así, seguir, feliz, como un cuadro al que olvidaron quitarle el polvo y cuelga de la pared poco iluminada de un museo o se cobija entre los trapos sucios que le acomodan en el tenderete del puesto de algún mercado pequeño que se perdió por el mundo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Qué es eso? Yo quiero verlo. R.

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