martes, 17 de marzo de 2020
DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 4
DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 4.
"La mirada de Audrey"
Los sonidos de la calle sonarían lejanos. Intermitentes pero mudos... Abriría los ojos, vería las paredes naranjas y la mirada de Audrey desde el cuadro. Un tocadiscos. Unas estanterías que bien parecen una colmena. Un enjambre de ropa revuelta y un suelo de mosaico que me recordaría que no estoy en mi casa (aunque tenga llaves y me hagan sentir como en ella). Me habría duchado con los ojos inyectados en sueño y la mirada, otra vez más, de Audrey desde otro cuadro vería caer la tímida agua caliente sobre un cuerpo que no me pertenece desde hace ya días... Hoy me dolerían la voz y las agujetas. Recordaría seguramente la última risa de la verbena o la mirada cruzada, pensaría en el tiempo que me queda para llegar al balcón y todo lo que quedase por delante... sabiendo que el tiempo se esfuma y que sobreviviría una vez más...
Bajaría a la calle, sorteando los petardos que retruenan en la ausencia de sueño y llegaría hasta la calle del casal, con las piernas acorchadas y el ánimo tanguero. "¿Quién coño me manda a mí ser presidente de falla?" me acusaría en privado. Y el miedo, me acompañaría todo el recorrido esperando que la limpieza hubiera sido la que tenía que borrar la noche anterior... Confundiría la limpieza y el olor a noche pasada mientras adivinaba qué cara acompaña a cada polar rojo que intenta sentarse a almorzar. Y comería con ellos las sobras de un almuerzo mientras reiríamos las últimas ocurrencias de la noche anterior... Yo, me volvería a quedar con esa sensación de que me pierdo siempre tres cuartas partes de lo que pasa cada noche. "¿Dónde estaba yo?" acabo preguntándole a mi yo ausente... More abriría El Camerino Ruzafa y se pondrían a sacar mesas. Luego Paco y el Mandriles... Y la calle despertaría tarde a un nuevo día mientras miro el móvil desesperado esperando que sea la hora para ir a recoger los premios... Pensaría una vez más que somos la comisión a la que más pronto les toca desfilar. Y maldeciría mi suerte. Me impacientaría con el retraso de la gente, que se viste, mientras los primeros músicos llegan con cara de no haberse ido nunca... Y empezarían a acudir las familias y los amigos. Haríamos mil fotos en la puerta de enfrente, que es de madera noble, engancharíamos el escaso ánimo y a gritos imposibles organizaría una fila y otra, y otra más... Le prestaría mi brazo a la Fallera Mayor, diciéndoles a los pequeños que se pusieran delante. Y cruzaría Apolo, que es más noble que la madera de la puerta de enfrente, con el estandarte: "¿Nos vamos, capitán?". "Nos vamos" le diría. Amparito Roca por Carlos Cervera y saludando a los de Clero, otro pasodoble antes de la Gran Vía y "Mi gran noche" por Ruzafa... Bailaríamos unos con otros, sin orden ni concierto. Y al llegar a la plaza nos cuadraríamos para desfilar. "La 348" diría saludando a un lado y otro... Repasando las risas de la noche anterior. "Y ahí entra... Cádiz - Cura Femenía - Puerto Rico"... Y entonces me daría cuenta de que todo mereció la pena. De que no hay cansancio. De que somos falleros...
Ayer lloré al escribiros. No sé si la catarsis será colectiva, pero a ciencia cierta que este encierro me hará cambiar muchas cosas. Muchas. Eché la mañana leyendo los comentarios de la gente, respondiendo a los whatsapps, limpiando algo la cocina y preparando otro plato de fideos. Olvidé empezar "Patria". Quise empezar la segunda temporada de "Succession" y me dormí... Me dio la vida comenzar un programa nuevo en la radio (La radio, ¡Siempre la radio!) al que llamamos "Plantarle cara" y pasé medio día preparando audios y entreteniéndome con contenidos que llevar a las siete de la tarde... El programa fue especial, con Nuria y Dosalo... Y la lluvia de mensajes, de agradecimientos, de apoyos... que hacen que uno se sienta feliz en su confinamiento... Hice algunas otras cosas de mi otro trabajo y me marqué rutinas, que poco a poco llevo adelante. Tomo café a las 10, escribo y teletrabajo. Como a las 15h y hago una siesta. Ceno a las nueve... Bueno ayer no. Ayer, Ángeles, Diego y Laura me regalaron risas por videoconferencia. Y brindamos... Siempre sabemos quién importa más y quién menos, pero a veces a los primeros los abandonamos por dedicarle tiempo a los segundos... Ya dije que esta catarsis me va a cambiar muchas cosas...
Cené y seguí a mis compañeros de Levante Televisión la preparación de la cremà municipal. Y organizaron conferencia Borja (te ha crecido mucho el pelo) y Lorena (me gustó verte sonreír todo el rato), Daniel (yo no te ignoraba cuando jugabas) y Marta (te miraba y recordaba 2011 tanto...), Ángeles (es como si estuvieras "confitada" en mi casa) y Arantxa (era genial sentir tus carcajadas disparadas) , Alba (me hiciste reír como siempre, desde Polonia) y Adrián (con las manos arriba, demostrando que un gesto vale tanto como mil palabras..., desde Israel)... Quedamos para brindar y, sin pretenderlo, vimos quemar juntos... ¡Dios, quemar el dieciséis...! Pensaréis que estoy loco (nadie dijo que no lo estuviera), pero llegado el momento del fuego, me puse una copa de vino y pasada la medianoche entre tristezas arrastradas y lluvia de fondo, tapé el cruel silencio de la plaza del Ayuntamiento poniendo el himno en casa... ¡Y jamás olvidaré esa cremà! Mis amigos en una pantalla. El fuego en otra, aunque abrasaba más que nunca. Una copa de vino y el himno bajo la lluvia sonando en mi casa vacía... Algún día, lo recordaré. Y volveré a llorar nostalgia.
Seguí con Nachete la cremà de Literato Azorín. (Gracias por tus mensajes de ayer mañana... Cuando esto pase, te contaré una cosa. Y te daré un abrazo).
Nos fuimos tarde a dormir. Les dejé en el chat y vi la foto de Angelita en el facebook: "Apuntalándonos". Es cierto. Como siempre. Pero más que nunca... Y escribiéndome con JJ, como cada momento, me dormí.
La distancia hay veces que une mucho. Estos días me lo están demostrando... Estoy tranquilo, sereno, feliz... Y sí, esperanzado.
Me desperté y leí los primeros whatsapps del día... Hablé con mi amigo Guillermo. No tiene redes sociales, pero me dijo que lee esto a diario... Y que esperaba que le pasaran el de hoy... Yo no sabía si hoy tendría algo que contar. Y aquí estoy. Amigo, gracias. De corazón. Me emocionaste una vez más... Estoy profundamente orgulloso de tenerte en mi vida. Ya lo sabías.
Planells se tomó el café antes que yo. Esta tarde lo tomaremos a la vez, espero. Un beso, sé que no todo es tan fácil como haces ver siempre. Pero que lo hagas sencillo nos ayuda a todos los demás...
Me tomé el café y escribí. ¡Horror! otro día que los renglones se fueron de la mano sin que los torciera Dios. En breve Julio se negará a leer más... (Un abrazo amigo).
Sigue sonando "El Fallero". La Fallera Mayor de Valencia nos daría el palet, los palets en la mejor de las suertes, mientras la comisión desfilaría ante nosotros sonriendo y aplaudiendo... Bajo la lluvia, como un bolero. Haríamos una foto de familia. Y luego, una costumbre que muchos no conocerán, que llevo repitiendo nueve años... En la esquina de Ruzafa con la Plaza del Ayuntamiento, cogería nuestros premios y saltaría. Tan alto como me dejasen mis piernas cansadas. Cada año más viejas. Y, cuando creyese tocar el cielo, alguien dispararía la foto y entonces entendería por qué quiero ser fallero...
Y volveríamos en pasacalles para cruzar el Mercado de Ruzafa por dentro. Y cuando viese a los míos, bailar, cantar, reír... entonces, entonces sabría por qué quiero ser presidente de falla...
Bendita Lluvia. Maldito encierro.
A la tarde, cuando el cansancio crees que te va agotar, a matar de nuevo, regresaría a la casa prestada. Entraría en la ducha de nuevo. Me arrastraría...
Allí está, la mirada de Audrey.
Y sus ojos parecen más alegres de lo que estaban por la mañana...
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