sábado, 14 de marzo de 2020

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 1




DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 1.
"Estado de Alarma"
Hoy mi Falla Noscarmientas levantaría su tombe. En el mejor de los casos, hará su camino en camiones a un nuevo destino a la espera de que la pandemia se disuelva y vuelva la alegría a la calle, allá por julio, con permiso de junio y del Ministerio de Sanidad. No hará falta (no caldrá, decimos los valencianos) que diga cómo me siento hoy. Tampoco sabría.
Estoy en mi casa. Esto podría parecer normal, para los que saben de mí, un milagro. Porque yo la casa la uso poco o casi nada y en estos días iba a estar cerrada por vacaciones. Estará cerrada, pero conmigo dentro. Aconsejaron confinarnos, llamaron al estado de alarma y así luchar todos contra una pandemia que nos ha sacudido y nos debería de, socialmente, recolocar...
Escribo para comprender, lo expliqué hace poco. Pero en este tiempo, escribo también para pasar el tiempo, para que lo lea alguien y para no dejar que la psicosis ajena me invada...
Comienzo mi "Diario de una catarsis", sin saber si tendrá segunda hoja, para contaros y, sobre todo, para convencernos que debemos aprovechar esta crisis, la más contundente que hayamos vivido, para construir una sociedad mejor. Quizá, tan solo, es un aviso para que comprendamos de una vez que no lo estábamos haciendo bien y que estamos a tiempo... Yo lo creo.
Siempre recordaremos estos días. Siempre sabremos dónde nos pilló el anuncio del Presidente del gobierno por el que se decretaron 15 días de ausencia. Yo, comiendo con unos amigos, en un restaurante de la ciudad. Desde la terraza, el sol era más mediterráneo que nunca. El viento era brisa. Y la voluntad de hierro.
Me habían ido llegando mensajes y fotos durante la mañana y nos recibimos todos sospechando que en una hora se anunciaría lo que sea anunció. Buscamos en google todo lo que un Estado de Alarma conllevaba. Pero enseguida volvimos a hablar todos a la vez como gallinas picoteando. Comimos. Yo con mi cabeza más fuera que allí. Y nos regresamos en coche por la ciudad subrayando la ausencia de tráfico y las calles desiertas. Algo cambió.
Llegué al supermercado pensando que la psicosis colectiva de los memes sería falsa. No lo era. Nada de carne, sin patatas, estantes vacíos... ¡Hasta la verdura que nunca compraría desaparecía! Aquello era un hormiguero de gente a la deriva. Había comprobado como de dos estancos salían las colas de clientes guardando algo más de un metro entre ellos... Entendí que algo sucedía. Como esta mañana cuando mi hermana me envió el vídeo de medio centenar esperando que abriesen el supermercado al que va ella... Las caras no son las de la posguerra, no son personas mayores recordando sus duros días de racionamiento y escasez. Son personas que vivimos, incluso algunas en el exceso, teniendo siempre qué comprar.
Compré. Y sonrió la cajera por qué le pregunté cómo estaba. "Muy cansadas" contestó. Y sonrió porque la señora de delante solo le había gritado: "Qué se me descongela el pescado, ve más rápida". Y yo, al menos, le pregunté cómo estaba... Aquellas pequeñas héroes que siguen hoy luchando contra los temores infundados... Es más peligroso en una pandemia cómo se contagie la psicosis que el propio virus... Así que, si sirve de algo y a alguien: tengamos paz... Y esperanza.
Tuve siesta vespertina, millones de whatsapps y cené una pizza que cociné en casa (¡Mil días que no lo hacía!). Luego vi la tele. En este caso, de corazón, ni recuerdo cuánto hacía que no la encendía... Y pasada la medianoche, bajé la ventana y me fui a dormir.
Apagué por completo el teléfono. Podía hacer años que de noche mi teléfono se quedara apagado... Y pasé de tirón la noche hasta despertar esta mañana... Leí a Carlos escribir de Guillermo, decir lo que sé. Y pensé qué bueno, en mitad de la batalla, parar el mundo para felicitar al soldado... Pensé mil cosas. Y una, especial, ya la dije: todo esto que nos está pasando, tan negro, tan oscuro, tan débil y tan presente, debería de servirnos para seguir adelante... Para cambiar muchas cosas. Para sacudirlo todo.
Dejé la maquinilla cargando esta noche. Ahora escribo, luego un café, me afeitaré y una ducha. Y empezaré a leer. A ver la tele. A limpiar la leonera... Y sí. A escribir. Tengo ganas de escribir algo...
Hoy tendríamos que levantar a tombe nuestra falla. Y no será hoy. Pero será... Y hasta que llegue el momento, miremos al cielo desde las ventanas y estemos juntos, aunque sea por whatsapp, por aquí... como tantas veces.
Ahora más que nunca tenemos una oportunidad... ojalá no la desaprovechemos.
Feliz sábado 14. Día 1.

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