miércoles, 25 de marzo de 2020

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 12.



DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 12.
"El día volado"

Descubro tres aportaciones de Aisha en mi spotify... a cual mejor. La última tan necesaria como oportuna...

Llego más tarde a este encuentro diario y lo hice con toda la intención del mundo, que es mucha intención. Ayer se esfumó mi día como si no hubiera habido nada en él. No hice más ni menos que los últimos días, pero la rutina se hace rutinaria y la inercia de los días de antes también parece acostumbrarse a este tiempo de pandemias y se reconvierte en una inercia de más ausencias... Cociné, limpié, escribí, miré... Cuando me acosté pensé que hoy el escrito estaría más hueco. No más triste. Solo más igual. Tan sin nada como el día volado de ayer...

Pensé que no puedo decir que estoy triste. No lo estoy, de veras. Pero pensé, además, que muchos venís aquí a sonreír o respirar un rato y no sería justo que mi tristeza ganase a vuestra ilusión. También pensé que mis padres leen a diario y les preocuparía si dijera que hay algo de tristeza... Y repito: no estoy triste. Pero, ¿Y si lo estuviera? Yo me he pasado la vida reivindicando las sonrisas de los demás. Muchos de los sopapos que me he llevado han sido precisamente por defender más la felicidad de los demás que la mía propia. Y siempre me prometí ser más egoísta, tantas veces como no lo cumplí... Cada uno valemos para ser como somos. Y yo, soy así. Con mis franquezas y mis debilidades, con mis corazas y mis descorazonadas... Hace ya tiempo que aprendí a quererme.

"Bona nit amic. ¿Qué tal amigo? ¿Cómo ha ido hoy?". El teléfono estaba apagado a cuentas de la Criada, pero respondí pasada la medianoche: "Amigooooo. Bien con menos actividad de la que quisiera. Mañana me voy a poner aunque sea a embalar libros. ¿Tú currando?". Javier siguió trabajando y yo me dormí. Sin leer. Sin encomendarme. Sin cansancio...

Me desperté e hice otra coca de llanda. Hablé con mi jefa por teléfono. Fregué y rematé una cosa de trabajo. Ángeles, que siempre llega a salvar, me envía una foto donde Luis, Jorge y servidor venimos a demostrar qué bien hemos envejecido...

Llegué a la calle de la Paz en un taxi y me encontré frente a la notaría con Jorge, con quien apenas había tomado tres cafés en Juan Llorens y subimos en el ascensor. Venía con su hermano al que conocí en la puerta. Luis no sé si estaba arriba ya o llegó al tiempo. Era el 19 de junio de 2009. Durante el verano anterior, mientras yo me descubría entre Jaipur y Agra, Luis pensó en que montásemos un pub. Lo habíamos ido alargando desde la cena del Gremio del mayo anterior, que acabó entre mesas, barras y hielo. Y un año después, entrando ya en el verano, vino la oportunidad en forma de traspaso. Y allí, esperando al notario, estábamos todos. Y nosotros tres: a Luis había llegado a través de mi querida Gueguel, a Jorge - confianza absoluta - porque el primero me dijo que sería el socio perfecto como calculo que me vendería el propio Luis ante el otro. Y con esa confianza absoluta, lo dicho, nos pusimos a compartir noche y alguna mesa con mantel. Las noches de Cyrano han sido otra vida a parte. Otra vida más. Cargada de buenos recuerdos y de mucha gente con quien compartir vida... Tengo ganas de volver a tomar un Negrita allí. Muy rodeado. Como siempre.

Me he puesto una copa de vino y las canciones saltan de una otra mientras, como una lavadora, centrifugo los pequeños demonios que se desataron desde ayer... En calma. Sí. En paz. Sí. Sin tristeza,sí. Pero intuyendo que esta cabeza busca grietas por las que ponerme a prueba. ¡Y sí, tengo una intuición para muchas cosas que dejan a los sextos sentidos como octavos o novenos! Si mi amiga Cris, de la que me estoy acordando mucho más de lo que ella piensa, leyera esto, diría: "Es verdad. Tiene un sentido de la intuición brutal". ¡La de gentes que nos habríamos ahorrado si le hubiéramos hecho caso a esa intuición! ¡La de dramas que nos hubiéramos quitado de encima con escuchar un poco más a esa voz...! Pero, claro... ¡Todo esto es la vida!. Así que cojo mi copa de vino y brindo por todos esos mediocres que en la vida decidieron defraudarnos, vendernos, matarnos por la espalda y a los que mi intuición siempre quiso lejos... Le prometo, a la intuición, que no solo le escucharé; a partir de hoy, también le haré caso...

Me lo dijo JJ (podías cambiarte el nombre de facebook para no parecer un socorrista de piscina de hotel mallorquín): "Hay que aprovechar este tiempo para trabajar esas cosas...". Me lo escribe en uno de los turnos de whatsapp que tenemos al día, porque como él va a horas, nos escribimos siguiendo sus horas de sueño. Lo haré. Voy a trabajar esto... En lo de mi intuición y lo de mandar a escaparrar a los que mi intuición enviaría...

Llamé a Diego para ver cómo estaba e hice la cena con él. Y cené con él. Y luego con el pequeño Ángel que tenía ganas de vernos, aunque cuando nos conectamos todos dejó de hacernos caso. Cuando colgamos me quedé con un pensamiento. La intuición otra vez...

Me desperté y alargué la mañana en la cama, porque decidí romper hoy la rutina. Laura me llamó porque Jaime quería invitarme a Eurodisney. Me reí un rato con mi crítico de cine favorito. Y quise leer algo más de "Patria", pero la ausencia de sol me sacó de la cama... la falta de sol y mi intuición.

¿Por qué cuándo ella nos dice algo no la escuchamos nunca siendo que nunca nos falla?

13:21 P.m. "Hoy no tenemos artículo tuyo". "Estoy escribiendo ahora.". "Lo echaba en falta, luego lo leo". He salido a ella en la fuerza de intuir. Lo sé.

Laura me dijo hace años que cada uno de nosotros tenemos un superpoder. El mío, probablemente, es la intuición.

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