jueves, 26 de marzo de 2020

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 13.



DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 13.
"La cuadratura del triángulo"

"Varados frente a la playa de S’Espalmador, la mar mecía el barco de proa a popa. Al virar, cambiaba el incesante vaivén por un balanceo de lado a lado que, al tiempo, nos devolvía al principio una y otra vez. El cielo estaba imposible. Cada una de las estrellas, y eran miles, competían por brillar más que la otra. El infinito, negro, las colgaba delicadamente cayendo sobre una mar que, al golpear contra el casco, provocaba golpes sordos que iban y venían. Las olas, por la noche, siempre suenan mudas, como lejanas. Yo lo aprendí en aquellas noches de soledad. Frente a mí, una delgada línea de arena que difícilmente se adivina grisácea bajo la luz de la luna. Me acurruqué bajo dos mantas dobladas que sujetaban la humedad y desperté mi MP3 con aquella canción de Sabina que cantaba Carlos Varela. Cerré los ojos y me quedé solo con el zarandeo. “Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna, lo que sé del pecado lo tuve que buscar…”. Entreabrí los ojos y me encontré con ella, creciente, tendida junto a los luceros de la noche, envuelta en un halo calmante alrededor que hipnotizaba. Recordé otra noche tantos años atrás en aquel desierto de Nubra donde las estrellas parecían caerse sobre nosotros. A cada una de las fugaces pidiéndole un deseo y aquel que no se cumplió con el que pedí salud para ella. La misma luna sedante me contemplaba ahora, tanto tiempo después, ya sin ella. Seguí escuchando la música, con los ojos cerrados, y noté como una lágrima emprendía su camino. Me quedé solo, un buen rato, llorando en la proa de aquella noche. Y me dormí...".

Lo escribí allá por 2017... En un arranque de punto de inflexión, de esos que he querido poner en mi vida, de esos que nunca han acabado por un celo exagerado de confort. Por no abandonar esa zona donde nos quejamos día tras día, toda la bella vida, sin poner remedio... Sin abandonar. Porque estamos mejor quejándonos en la inercia que arriesgando a romper y empezar de nuevo... Yo sé que algún día existirá mi punto de inflexión, quizá ahora ya más cercano... Este encierro obligatorio va por su número maldito. A mí, el trece siempre me dio suerte, desde aquél canal donde empezó toda esta fiesta... Y esta celda por imposición puede ser el resorte necesario.

Ayer me puse a borrar fotos en el ordenador que fue una manera de raspar también, de un bofetón, los demonios que me acecharon por la tarde. Mi intuición, que ayer traje aquí, hizo su papel por la tarde. Y una vez más no falló, aunque viniera con sabor de traición infantil... Traición sospechada. Qué doloroso que te hagan sospechar... Alivié la bilis con Rosa en videoconferencia y poco antes con Mábel... Reímos un buen rato. Ella me contó cien mil cosas con sus subordinadas despistivas donde nunca pierde el aire y yo las escuché con la comodidad de tener frente a mí a mi amiga sin nada más que hacer y como siempre, sin perder el hilo.

Fue en La Malquerida. Una broma sobre una Bellea del foc y la química hizo el resto. Eran los tiempos de Procono donde yo llegué de la mano de Angelita, vía entierro. La suerte que siempre da tantas vueltas siempre ha girado con mayor generosidad al pasar por mi casa. Ellas eran amigas de la vida y me incluyeron en su mesa y en sus días. Y sobre todo en sus noches... Este diario de catarsis daría para contar las más grandes, muerta Rocío. Y no sé si irán saliendo o irán a esas memorias que siempre amenazo escribir. ¡Ustedes no se imaginan todo lo que hemos hecho! Ni idea... Desde entonces Mábel y yo hemos caminado juntos, saliendo y entrando como el Guadiana, pero regresando siempre con un "decíamos ayer" que nunca pronunció Fray Luis de León, pero que deja clara que la distancia nunca ha sido el olvido... ¡Lo vivido ha sido mucho! Lo compartido, más. Porque como somos dos hipérboles del exceso, lo sentido siempre multiplica por siete lo vivido. Y lo repito: lo vivido ha sido mucho...

"Si te sale alguna foto mía, mandamela" me pide. Y lo hago, antes de acostarme. Hoy, al despertar, y cada día despierto antes, la encuentro allí y hasta tengo la sensación de que se ha movido en la foto. Su memoria de niña prodigio desata todas las fechas del momento menos las que ya no recordamos y que saldrán. Y me llamará en unos meses y me dirá: ¡Ribarroja! Y será Ribarroja...

Angelita le ha dedicado su foto del día. ¡Se cuadró el triángulo! Porque la una, a la que confunden con la otra, no sabía que yo ayer tuve mi día malo ni que lo acabé con aquélla... Y se han vuelto a juntar, como hace tantos años, no los recuerdo, y me la juego a la memoria de la Obrer...

La Obrer no lo sabe, pero vino a curarme ayer de mis pensamientos. Pocas saben cómo ella el valor que tienen en mis días y en mis noches la lealtad y la justicia. Por eso, cuando vi quebrada la primera, sus palabras disparadas, conexas y vertiginosas, fueron un bálsamo curado a base de ver como su madre, la señora más elegante que he conocido nunca, contando macarrones...

Borro fotos. Guardo otras. Y se repiten las de aquellos veranos en Ibiza y Formentera, mi isla maldita. Me he quemado tantas veces cuando he ido a sus arenas blancas que tengo mal recuerdo.... Aunque bueno, si lo pienso un poco, experiencias inolvidables también... Y personas, personas increíbles con las que fui haciendo la vida.

He fregado antes de las nueve con Garcia al teléfono. Al colgar me ha sacudido una resaca del dolor de ayer tarde...

Hace tiempo dediqué una entrada en facebook a una persona dando las gracias por tenerla en mi vida. Cuando acabé de escribir, pensé, si algún día nos abandona esta amistad, quizá me arrepienta de todo lo escrito. Y enseguida pensé: "Bueno, hoy la sientes así..". Y sí. La vida nos separó. Cualquier día el recuerdo del facebook me restaura aquella sensación...

Cuando empezó todo este confinamiento pensé que esto, a una mayoría, nos cambiaría para siempre... Cada día que pasa lo pienso menos. Me dicen que sí los que encontramos una oportunidad en esta crisis... Me dicen que no, otros muchos, que esperan salir a la calle para que todo sea como fue...

Escucho "La Danza de las libélulas" que me regaló Enrique en mi playlist, hambrienta de vosotros... Y pienso que hoy era jueves. Que hoy hace sol... Que hoy soñaría ya con Semana Santa en Sarrión como nos habíamos organizado Laura y yo. Que en nada estaría Ibiza (estará). Que Elena nos propone una videoconferencia luego. Calculo que cuando Diego esté despierto... Y pienso si anoche se le hizo tarde. A mí no. Quise acabar el día, que no fue malo. Pero era la oportunidad de empezar uno nuevo... Lo dicho: de la crisis, las veces de su coyuntura.

Cuando descubrí mi foto en la bañera del barco, con sus vaivenes sobre la mar tranquila, recordé el perfil blanco con que se separaba el azul cielo del agua cristalina... Y recordé que en aquel proyecto de novela que una vez me lancé a escribir, relataba una noche de mar con los mismos horizontes... Y limpiando el ordenador de fotos borrosas, descubrí dónde tengo aquel texto... Aunque siempre lo supe a la espera de decidir si seguir su escritura... Y ponerse a ello si es que sí.

Si es que sí...

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