lunes, 16 de marzo de 2020
DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 3
DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 3.
"Mi noche favorita"
Me aparté de todo, me metí entre la escasa oscuridad de la calle, río de risas y petardos, y miré hacia arriba con los brazos cruzados, intentando que el remate tapase las luces que los focos disparaban desde el frente... ¡Allí estaba! Tan alta como pudimos, tan llena como trabajamos, tan ella... La liturgia se repite cada año. Una cansada madrugada de silencios y enfados niños que se reconvierten en ilusión, en alegría colectiva, en satisfacción, enseguida... La noche de la plantà, mi noche favorita.,,
El cielo no lo ha soportado y lleva toda la noche llorando. Yo ultimo el café y me siento a escribir, con la vergüenza estirada de todos los que me van diciendo que escriba. Ayer Acosta, llamarle hermano una vez más sería reiterativo, se lanzó en facebook pidiendo que lo haga... Siempre me lo dice en privado. Siempre me da vergüenza cuando lo dice... Y ayer, que fueran escribiéndolo, me empujaba a hacerlo y al tiempo me descubría solo decidiendo sobre qué escribir... ¡No se puede tener una crisis de escritor sin serlo! Horror... no pude tener peor comienzo...
Tampoco leí. Aunque me dejé "Patria" en la cama a punto de comenzar. Me acosté tarde, después de ver "The Post" en Amazon, con la siempre increíble Meryl Streep. Me gustó. No sé cuanto tiempo sin ver una película en casa... Tumbado en el sofá, con esa extraña sensación de que el sofá de uno nunca es tan cómodo como el sofá de las casas de los demás... Es como los bocadillos de cuando se es niño en el colegio. Siempre, siempre, siempre hay un bocadillo mejor que el que llevas... aunque sea de pan con amor, como los que nos hacía mi madre.
Comencé frente al ordenador escribiendo. Oyendo música: "Moliendo café" de Mina y "Cuore Matto" de Little Tony: ésta es la banda sonora de mi soledad. Y eché la mañana y la tarde con un teléfono que se agotaba a golpe de whatsapps. Hablé por teléfono con Planells, que es esa amiga almodovariana increíble que siempre está atenta para que mi vida sea más fácil. Una buena mujer a la que quiero mucho, aunque nunca se lo diga... De vez en cuando nos tomamos un café en una terraza soleada de Ruzafa. Ayer nos lo tomamos virtualmente. Ella en su casa, con un trocito de bizcocho me dijo. Yo en la mía, con una cafetera que no quería encenderse... Haciendo el café a la vez, para tomarlo juntos. Pero todos estamos más perezosos estos días como mi cafetera... La próxima vez, será una copa de vino, para brindar. Por la amistad. Por la buena gente...
No sé cuántas veces me habría quemado ya las manos con la silicona pegando carteles. Pediría que alguien barriese y otros pusieran césped... Y siempre habría alguna persona haciéndolo. Porque hay un hormiguero incesante en Noscarmientas las noches de plantà. El resto andarían en la música y la barra. Nosotros, a lo nuestro, cansancio y humedad, ganas y respeto. Mi noche favorita. La que no fue...
Edurne me escribió y me dijo de echar un parchís online. Jugamos Rosa, ella y yo. Y gané. Le mandé un mensaje para decirle que gané. Y también a mis padres, en casa: "Hemos jugado al parchís y les he ganado". Me recordó a aquellas tormentas de mi infancia en Sarrión donde la piedra nos escondía con una baraja en el comedor de la casa de mi abuela... De mis abuelos. Son días de echar de menos a todos...
Estoy tranquilo. Calmado. Me acostumbro a este descanso obligatorio y no le doy vueltas a la cabeza para no adelantarme a nada. Me escribo mucho porque echo en falta sus caras, sus voces, nuestras risas... Y espero. Bueno, no. No espero... Dejo que las horas pasen...
Comí el sobrante de macarrones y cené fideos. Bajé doscientos gramos en la báscula, me adelanto en el marcador. Y descubrí una bolsa de gominolas que Adrián me regaló por Navidad... Las abrí. Y comí para endulzarme...
Me las comí en medio de una videoconferencia con Ángeles, con quien tendría que haber hecho una vuelta a la falla esta madrugada para explicarle todos los detalles antes de que llegase el jurado... En su lugar, fregué la cocina y guardé la bolsa de compra que aún campaba en el comedor... Conseguimos reír. Reímos mucho. Y hablamos... como siempre. Y colgamos.
Bajé a sacar a la calle la basura hablando con Tiby al teléfono... Casi me cruzo con un hombre que paseaba a su perro y que hizo un quiebro para mantener dos metros de seguridad. Pude cruzar sin mirar el asfalto, cubrí mi mano con una bolsa para abrir el contenedor y regresé a casa empujando la puerta... No fue ni un minuto en la calle. Oscura, triste, sola. Como esta noche...
Hubo una tormenta de aplausos a las ocho de la tarde. Me saludé con la vecina de enfrente, algo que no habíamos hecho en casi dos décadas. Y nos hablamos a través del muro Paola, que no perdía su sonrisa, y yo. Los pocos cláxones de la avenida sonaban acompañando nuestras palmas... El cielo estaba cubierto. Y sentí una emoción inmensa. Intensa... Los aplausos fueron más fuertes y más largos que la noche anterior... Salió una mujer a mitad de la calle, y levantó las manos. "Un aplauso para ti que estás trabajando para todos" gritaron desde un balcón... No sé quién era. No sé que era. En mitad de la noche todo era oscuro... "¡Gracias!" adiviné entre los aplausos... Yo le aplaudí más fuerte. Y sentí el orgullo de barrio, de pueblo, de país... que nunca debimos de perder... Y cuando volví a entrar en el comedor un nudo se desató en el estómago y me prohibí llorar.
Lloro ahora, mientras escribo.
Me recordé a todas horas de Javier, cómo le habrá dolido dormir hoy. Hablé con todos ellos, mis capitanes intrépidos, y nos prometimos celebrar pronto... Y felicité a Rosa con un beso en la distancia... Me escribió Raquel, mi amiga la que siempre sonríe con la mirada... Y el bueno de Diego me dijo que anda en paz...Y eso me la da a mí. Laura me escribió para anunciarme que hoy nos escribiríamos... Me llegaron los mensajes más bonitos del mundo, por inesperados, de Ana y Montse. Y me emocioné con las luces que Moncho nos volvió a regalar una vez más... ¡Qué grande eres, amigo!... Qué manera de brillar siempre. El video de Daniel me rompió por dentro. Y me dejó la dulce sensación de saber que aquélla noche presentando a Angelita fue la premonición de todo esto... Y que el final, que el final será el más bello. Que lloraremos juntos, sí. Pero que nunca habrá nada que sea igual...
Y así pasan las horas... leyendo las palabras que todos me lanzáis. Desde aquí, desde el teléfono... palabras que ayudan a caminar cuando no nos dejan andar...
Caí rendido, como si estuviera exhausto y dormí de tirón.
Me desperté. Abrí el teléfono y comencé este nuevo día... este tercero. Hice un café. Ya tenía a JJ al otro lado. "Escribe" me volvió a decir... "Me mata la vergüenza" le dije... Y hablamos de muchas cosas. Como todos los días... "¿Sabes? Creo que cuando todo esto acabe, la gente buena será más buena y la gente mala será más mala..." le digo. "Yo también lo creo" me contesta... Y se va a hacerse un café. "Mientras preparo el desayuno, preparo mi sesión de crossfit y me pongo a Izal espero tu capitulo de hoy. En serio. Tengo ganas de leerlo.:." me dice al final.
Pues aquí está. Aquí esta mi capítulo de hoy...
Hoy, que tendría las manos quemadas por la pistola de pegar carteles, manchadas con algo de pintura y cansadas de felicidad...
Feliz día a todos y mucha suerte. El cielo sigue llorando... y yo me escondo en la oscuridad, donde nadie me ve, cruzo mis brazos y la miro... La miro de pie, con las ventanas desenfocadas al fondo. Dejo el cansancio y la veo con orgullo... Cierro los ojos y la veo..
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