domingo, 15 de marzo de 2020

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 2


DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 2.
"Las lágrimas calladas"
En estos momentos estaría mandando mensajes con los dos o tres de la comisión que habrían recibido al jurado: "¿Creéis que les ha gustado?" "Le han dado tres vueltas y había un señor que hacía fotos... ¡Les ha gustado el cangrejo!". Habría recordado el día que Adrián​ me lo había enseñado en nuestro taller y habría sonreído deseando que Judit y Alejandro tuvieran un premio que recoger mañana por la tarde...
Estaría con la voz dormida y la garganta inflamada, porque cuando llevas ya tantos días de micro, mi voz que nunca es mía ya casi no podría ser de nadie. Y tendría esa sensación de día de la marmota donde todo empieza de nuevo a ser lo mismo... Esperaría acabar de retransmitir la mascletà para correr solo a la falla, con lo larga que se hace la Calle Cádiz cuando la andas solo... Me sentaría a comer lo que hubiese, mientras el hormiguero de parcas, polares, blusones e ilusiones se mezclarían entre ellos como granos de arena al removerlos con un palo. Richard​ se acercaría a decirme "Ye, Chau, qué tal ha ido la mascletà?" y la vida seguiría, como un río de gente, que con sus ilusiones pasa a Carlos Cervera por la calle Cura Femenía...
Mi báscula me escupe un kilo doscientos más que ayer. Hoy, lo decido antes de comer nada, rebajaré la cantidad de comida, las ansias de saciarme y buscaré otras actividades que no sean abrir la nevera. Estoy desarrollando el bíceps diestro a base de abrir la puerta que me va a dejar tonificado para el verano. Además, lo bueno de comer en Estado de Alarma, es que tampoco tienes que darle una lógica nutricional a tu dieta... Qué me perdone Diego​, estoy mezclando salvajemente horas y contenidos. Qué me perdone Laura​, me como el azúcar a cucharadas... En definitiva: hoy nos proponemos que la báscula pierda mañana... (No me comprometo a nada... me imagino en breve con unas palomitas y una película).
Cuando el Presidente anunció anoche en rueda de prensa las medidas excepcionales todos las conocíamos ya. Las seguí a ratos, leyendo titulares e imaginando que echaba unas risas con mis amigos. Me pensé cenando en una mesa, picando algo más (porque uno tiene derecho a engordar hasta en ensoñaciones) y tomando una copa de vino. Bueno, o dos. Habría cruzado la ciudad en coche, comprando en un supermercado desabastecido, casi de película de terror, echando risas e intentando mantener un metro y medio con quien más te cuesta mantenerlo. Y luego, nos habríamos echado unas risas, mientras alguien nos obligaba a limpiarnos las manos lo primero, yo me metía a cocinar en los fogones y el resto seguían pegados al whatsapp...
¡Por Dios! ¿Alguien imagina esta batalla sin whatsapp? ¿Alguien es capaz de recordar dónde ha enviado ya el último meme y dónde no para no repetirse?...
Mi hermana Rosa​ vino a casa por la mañana. Nos llevamos cinco años y metro y medio de seguridad. Hablamos, nos reímos, nos pusimos al día (ella en una silla y yo desde una escalera)... Me dijo que abre el facebook, lee y llora. Yo, a veces hermana, lloro, abro el facebook y escribo... Me consuela saber que alguien entiende mis lágrimas calladas al otro lado.
Me había afeitado y luego me pegué al ordenador. Puse música y luego hice macarrones para todo el vecindario, yo que siempre mido la pasta ayer andaba muy despistado. Lo sabemos mi báscula, yo y ahora vosotros... Y seguí sin hacer nada. Hasta que me dormí. Me desperté. Descubrí que uno se equivoca más de las veces que quiere... E imaginé. Imaginé que me iba a cenar por ahí, con mis amigos, que nos saltábamos el estado de miedo y que pasábamos la noche juntos, para no decirnos nada, pero saber que nos acompáñabamos los unos a los otros...
Hablé con Jose​, lo intenté con Javier​, me reí con Borja​, no me hice con Ana​ y escuché a Mamá. Alba​ me llamó y al colgar pensé en un Margarita. Y como todos los días nos echamos unas risas, JJ​ y yo, mientras él patrullaba la noche y yo me imaginaba en un coche negro volviendo a casa, con alguna bolsa de compra, mi amistad y la luna en soledad.
Me acosté. No pensé nada. Llevo, en contra de lo que pretendía, 24 horas sin hacer nada: mi cuerpo no se acostumbra (a este amor entre penumbras, que es más fuerte que un volcán) y mi cabeza lo festeja. Apago el móvil por las noches (cosa que nunca hice) y lo recargo varias veces al día porque no para nunca... Yo tampoco paraba nunca, hasta este Estado de Alarma en paz.
Y si lo escuchas: solo hay silencio. Y en él me mezo, y pienso. Pienso muchas cosas... Mantengo una paz absoluta. Intento abandonar los demonios, que siempre acechan. Pretendo ganar en vida... Creo, de verdad, que algo hizo que esto fuera así. Yo siempre he creído que las cosas siempre pasan por algo. No creo en las casualidades. Así que... O todo esto explotó porque había que cargarse los mercados económicos o algo hizo que frenáramos la sociedad negra que estábamos construyendo y nos dio la oportunidad de hacer algo nuevo... Algo mejor, entre todos...
Imaginé cómo Ángeles (Angelita) antes de cenar, por el pasillo que iba del ascensor a la casa, habría dicho: "Esto va a sacar lo peor de cada uno". Y yo le habría dicho: "¡Y lo mejor!". Pero me desperté de mis ensoñaciones, esas frases nunca se habrían dicho en ese orden...
Y sí. De repente, entre los sonidos del silencio, se rompieron las calles a aplaudir. La gente se arrimaba a las ventanas, las abría para que entrara el aire fresco y en la humedad de la noche, sacaban las manos y se ponían a aplaudir... Las fincas eran casas con brazos. Y empezaron a llegar vídeos desde otras calles, desde otras ciudades, desde la misma noche... ¡La catarsis existía! ¡Fuimos libres por unos instantes!
Y sí. Esta vez yo tendría razón... Esto podía sacar lo mejor de nosotros para construir una sociedad más hermosa... Al pequeño Ángel, a mi otro Jaime, a todas esas fotos de niños dormidos que fueron llegando se la debemos.
Me fui a dormir. Y dormí tranquilo, sereno, como un niño..

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