Me pudieron dar las cuatro de la mañana ultimando un discurso. Me despertó el teléfono a las diez de la mañana y no me apuró nada: "¿Te he despertado?". "Sí". Siempre me ha parecido curioso cuando cazamos a alguien en mitad de los brazos de Morfeo que nos niegue la mayor como si fuera una ofensa estar en la cama. No, no lo es. "Oiga que son las diez". "Oiga que trabajé hasta las cuatro de la mañana". Esta parte final de la conversación es ficción, pero podría ser bien cierta... Bueno, que me acosté a las cuatro y me he levantado a las diez.
Primero quedo. Luego desquedo. Mientras hablo por teléfono, whatsappeo. Uno se levanta con energía leonina. Mientras whatsappeo, quedo. Me llega otro mensaje: "espérate que te llamo". Me llaman y cuelgo el fijo. Me dicen de quedar, desquedo con la segunda quedada y quedo con la tercera. Ducha, metro y a la calle Colón. Camino y conversación: paseo de moleskines en El Corte Inglés... Si llego a saber lo que me caía luego me compro una y me lo escribo por renglones. Almuerzo en el Rokelin, cara a cara y sin paños calientes. Me dice, le escucho. Mi cabeza se revoluciona entonces y pienso... "Y ahora, ¿qué?".
Cojo el metro y regreso a Mislata. Me encuentro con Pablo por la calle. Sigo. Voy a casa de una amiga que está a punto de comer, me voy a casa. Voy a tomarme un café. "Oye, que no has comido"... Maldita voz de la conciencia: no como. Tomo café y me pongo frente al ordenador. Voy a hacer una siesta: no me duermo. Claro me acosté a las cuatro y me he levantado a las diez. Hace sol de primavera y viento de infierno. Dos yogures con nueces y a seguir...
Esta noche tengo las elecciones en la falla, volvemos a presentarnos. Ahí tengo muchas ganas... Ahora reunión en la sede y luego inauguración de la feria del Comercio en Mislata. El concierto de El Barrio se ha suspendido. Y ahora... ¿Qué?. Ahora nada, ya hablamos el lunes...
viernes, 20 de abril de 2012
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