No anda mi vida últimamente en guerras, no en excesivas por lo menos, pero reconozco que los tres días que hoy he cerrado con Mabel y Pepe, familia y Angelita han sido un escaándalo, para pasarlo de risas y lujo, de vinos y fiestas, parrada, palmas y paseos, tapeos, gambas y olas de mar, sol escondido entre golpes de frío y rayos que se escapan Montgó arriba, hacia el cielo. La verdad, he disfrutado muchísimo más de la escapada que de la ida en tren, llevado por el hambre y la llegada. Las risas desde el minuto uno en la estación fueron un escándalo ya como esta aria de Bizet que suena ahora en casa, esta habanera que me mece entre el humo de un colacao a medianoche y el olor a incienso de especias que está envolviendo la noche. ¡Qué maravilla!
Nos hemos reído tanto que no podría resumir. Sin duda alguna las dos noches de regreso a casa con las cenas de los "hijos" marcaron un antes y un después, pero ha sido todo. Antes de anoche, descubrir el Dorian Gray, con Leo y Raúl; anoche cenando en el Baix Marina y disfrutando de la música en el directo con un concierto de Greenfish en el Blues, la visita al Buda, al Zensa, tan diáfano,... La noche sobre Dènia, preciosa y llena de buen rollo y de risas, lo cual en estos días se agradece y mucho.
Ayer sábado se escaparon Jose y Ana, con la pequeña Anita, y una delegación de Zenete a comer en el Primera Línea y nos encontramos allí. Tomamos café y ron con cola en compañía de muy buenos amigos y de un capazo de risas más. La pequeña Anita se ha convertido ya en Anita y tiene cara de niña, dejó atrás sus gestos de bebé absoluto. Pau, Majito y Leo, el resto de la cuadrilla bebé, hacían de las suyas y los padres les adelantaban en travesuras, porque no se diga.
Jose me envió un mensaje (no supo lo bien que me vino) de amistad eterna por la mañana. He sufrido unas cuantas decepciones con personas de mi entorno en los últimos tiempos y alguna más de manera muy reciente. El saber de sus palabras me abrió la sonrisa, por lo menos sé que a ellos no les perderé porque se han obligado a quererme siempre. Y en franco pago de estas especias, les devolveré cariño y amistad de por vida. Ayer, por lo pronto, tuve la suerte de pasar la tarde con mi sobrina Ana, que no me contó nada, pero miró todo. Y me encantó ver que a la niña, conocer el entorno, le mola tanto como a su tío Jaime...
Quizá viene ahora a la memoria, en este tiempo de pasión, muerte y resurrección el comentario que el otro día me hizo Jose Acosta: eres muy visceral. Quizá por ello, entiendo ahora pasados estros tres días de tapeíto junto al mar, bajo el sol, cerca de las olas y del cielo, muchas de mis reacciones... Esta tarde me he traído, regresando en el bus, a mí mismo en la nochevieja pasada en Sarrión, a minutos de las doce, que me empecé a sentir tan feliz, diciéndome que mi prioridad tenía que ser en lo emocional yo. Y creo que por eso me entiendo más que nunca y me acompaño más que siempre. No creo que sea sólo una cuestión de visceralidad (qué también), estoy aprendiendo a valerme para mí (digo bien: valerme para mí) y esta sensación de egoísmo sentimentaloide, no me disgusta tanto como me podría haber disgustado en otros momentos. Mis prioridades son muchas, pero yo también lo soy para mí, porque otros no han tenido ningún reparo en hacer lo propio... Y aunque es justo, a mí también me ha servido para valorar que el protagonista de mis días soy yo, que tengo que hacer todo lo bueno que pueda por los demás, pero sin dejarme atrás,... He perdido mucho, probablemente, y me quedará algo más sino casi todo por perder, pero reconozco que en el camino que serpeo (y que tímidamente blanquea) me deja experiencias, vivencias y sensaciones a las que tampoco debo de renunciar... Si miro hacia atrás, los últimos minutos de la carrera han sido momentos extraordinarios y amigos que se diluyeron en el camino mientras he reafirmado otros que me vienen acompañando desde hace tiempo... La valoración final: feliz. ¿Me gustaría que en algunas cuestiones las cosas fueran diferentes? Probablemente. Pero no las decido yo. Yo tan sólo, ahora, decido hasta que punto me pueden hacer daño... Y eso es fantástico, porque me había pasado la vida mirando el daño a los demás... (Mi educación cristiana, que siempre florece).
Me recojo. El incienso, el colacao y la ópera me invitaron a volar contra el azul del mar y el presente de mis recuerdos... Espero arreglar una cuestión que me dejé estos días en el camino, un balón que encané en un tejado, como cuando era pequeño. Espero disfrutar mañana de la escapada que tengo a Chulilla. Espero seguir haciendo feliz a los míos y seguir viviendo... Espero seguir encontrándome alguna noche más a Bizet por estos rincones y dejarme llevar...
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Siento entre las olas
de mi experiencia de vida
los cantos de sirena
que acompañan a las guitarras,
y suben como jilgueros
que se disparan a trinar
las voluntades,
los pesares,
los quereres, los silencios...
Me recuerdo frente al mar
ahora
con el viento frío de cara...
El cementerio de los ingleses
y un largo caminar,
me descubro escalando
con una destreza
que perdí en la niñez
y tomando el sol
como un lagarto
entre las frías nubes
y el invierno
de la falda de una montaña...
Me siento
entre las olas del mar
y sueño con volar
sabiendo que
lo que ahora se haya roto,
ya es cuestión de vida
de tiempo,
de músicas y melodías...
Me pongo a soñar
frente a la noche
y me cobijo
entre las risas de una amistad,
y echo en falta
un abrazo
y me sobran dos pensamientos...
Me siento
entre las solas del mar
y sueño...
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