jueves, 10 de junio de 2010

MI MANDALA



La lluvia, anoche, lo machacó todo. Se coló furtiva en mi casa. Yo cenaba con amigos en el Wok de Campanar después de un programa loco. De uno más. La semana que viene acabo la temporada. Una locura, extremedamente reconfortante.

Se me ha pasado la noche en un justo santiamén. Suficiente. Me he levantado con las pilas más que recargadas, aunque ahora me duela el pescuezo y la espalda que da horrores... Me he levantado, como digo y una mañana más, la primera pregunta: ¿qué me pongo? No sé por qué, de una manera intuitiva he abierto el cajón, he rebuscado ligeramente y he encontrado doblada la camiseta de mi mandala tibetana. Aquella que recogí en una calle de Leh... Mi mandala. Mi buena suerte. Mi baraka.

Escucho la Oreja de Van Gogh: cuánto tiempo... Cuantos recuerdos, ¿verdad? En un día de estos, en que suelo pensar, hoy va a ser el día menos pensado...

Nos escribe el maestro y nos pide andar a nuestro lado. Mi mandala. Mi baraka. Mi suerte.

Ayer mañana estuve en la radio y luego fui del despacho. Por la tarde inauguré una exposición. El martes, reunión de teatro en Junta, antes empezamos a escribir... Empezamos. ¡Qué risas, recién empezado! Cuando pensé que ya no seríamos capaces de recuperar las monjas, de superar la Suspresentació,... Qué risas los dos, mano a mano, en un quinto piso, calor al borde del balcón... Que ilusión recuperar la ilusión...

Mi baraka... Mi fortuna. Mi mandala. Sois vosotros...

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