He comido esta tarde con Toñi. Nos hemos marcado un Foster, que es algo cotidiano y casi cita obligada para nosotros. Hemos hablado de todo, pero sobre todo de lo que me preocupa, de mi yo. Un yo con sabor a angustia que se ha generado, de pequeña intensidad para que nadie se me preocupe, en cuanto he podido pararme a pensar algunas cosas. Truenos y relámpagos. Como la vida misma... La mañana ha sido intensa de trabajo, como mañana. Sin darme cuenta me planto en martes noche. Llevo descoordinada la relación del tiempo y se me escapan las horas como el agua de las manos cuando vas a lavarte la cara. ¿Habéis probado alguna vez a mantener cautiva el agua durante mucho rato en el cuenco de las manos? Ya puedes esforzarte lo que quieras por apretarles las huidas, el agua fluye y acaba por escaparse, por liberarse, como nuestro tiempo...
Edurne es una buena demostración de ese tiempo que se va. Se hace mayor a marchas forzadas. Crece, te habla, se ríe, te cuenta del uno al diez en inglés y se pasa en valenciano. Le gusta ya nadar. Es toda una señorita de fuerza imparable. Me alegra tanto los pocos ratos que paso con ella que es el mejor bálsamo para cualquier herida... El lunes comí con ella y con el resto de la familia porque era el cumpleaños de mi madre (y el de Sofi, que se me pasó. Y el de Elías, que no se me pasó). Comimos y nos reímos. La vimos, pedazo de actriz, correr y no callar. Energía pura y dura. Por cierto, que para aquellos que os quejáis de cómo va mi agenda y nos vemos tan poco... Que sepáis que es Edurne la encargada de llevarme la agenda. Y nunca mejor dicho. Si no me creéis, mirad la siguiente foto:
El domingo cenamos en casa de Carol y David, pero sin David. Fuimos a conocer a Bunny. Y nos hicimos unas pizzas, en plan familiar. Antes tuve procesión por Soternes, en Mislata. Y domingo dominguero en el que ni compré la prensa... Estuvo Hugo por casa tomando café, hablando de nuestras cosas y de nuestros proyectos, de las cosas que están por llegar (y llegarán porque tenemos tantas ganas...).
Antes, el fin de semana fue del sábado. Llegué con el reloj pegado a la espalda al cumpleaños sorpresa que Laura y Sandra le habían organizado a Marga. Fue una sorpresa en toda regla y una comida familiar con risas y mucha conversación, donde hablamos de todo...
Por la noche, después de entregar unos trofeos, me fui a cenar con Mariam, Laura, Sergi y Angelita al Mares, en Mislata, porque acto seguido tuvimos sarao en La Canaleta. Organizábamos el concierto de Mago de Oz. 9.000 personas lo convirtieron en un éxito y, cansado, pero con la satisfacción del trabajo bien hecho, nos fuimos a casa a descansar algo.
Seguramente pensaréis que la noche fue tranquilita, pero es que ya nos habíamos esforzado la anterior, la del viernes, cuando en la falla elegimos a nuestras falleras mayores. Marta y Cristina se preparan para vivir un año intenso con Javi como presidente infantil. María y yo confíamos en que todo sea un éxito... ¡Eso esperamos!
Acabada la Junta, nos pusimos en la barra. Ana y yo, cascando. El resto, durito en mano. Hasta que a las cuatro nos fuimos a Cyrano. Un año cumple el próximo viernes... ¡Qué flipe! Luego, Bausà, Selu y yo nos cogimos taxi y de discoteca, hasta que se hizo de día...
Al llegar a casa, conversación de calle. Muchas sensaciones, algún sentimiento, una caterva de palabras... Y comprar la prensa. De lo que haya que hablar, ya hablaremos... Si tenemos tiempo. Claro.
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