viernes, 11 de junio de 2010

LAS PEQUEÑAS VERDADES

Uno puede (y debe) aprender de las cosas más nimias, aquellas que parecen más insignificantes, de los pequeños detalles que lo pueblan todo y que Toñi siempre dice que yo me quedo con ellos... Puedes, en mitad de una comida, redescubrirte a ti mismo escuchando a un amigo o a ti mismo, cuando en voz alta, dices "hay que mirar para delante". Y es una gran verdad, que anoto aquí, como si fuera mi moleskine particular de aquellas cosas que deben de regirme en la vida...

A veces estiramos problemas del pasado, situaciones acabadas, momentos olvidados,... Que los mantenemos vivos como llama, como un estúpido rencor atado a "la verdad". A una verdad que nos es cómoda e inventamos - como si la realidad fuera una ficción - para acabar dándonos la razón a nosotros mismos porque somos incapaces de reconocer que nos equivocamos o que la verdad, probablemente, no fuera la nuestra. En ocasiones yo me he atado a mis verdades, reconozco que desde hace tiempo no lo hago, pero constato como si que hay gente, que con tal de quedarse convencidos de su "verdad", rehacen, redicen, y lo que es más lamentable, rediseñan con la única intención de quedarse con la verdad absoluta. ¡Pues para ellos la perra grande! Yo hace años que no confío en los absolutismos, y menos en aquellos que van parejos a la "verdad". La difícil constatación de lo verídico. De lo que es. No de lo que pensamos que algo pueda ser...

Lamentablemente, para aquellas personas que se quedan ancladas en el pasado, que construyen como una colcha de patchword su verdad e intentan promover una nueva realidad colectiva, que debe de nacer alrededor de sus pequeñas y reinventadas "verdades", todo esto se convierte en una excusa, aunque luego, en la soledad de su yo sean capaces de entender que muy probablemente, las cosas no son cómo dicen que fueron, pero dicen que sí por una absurda conveniencia de triunfar al final...

El triunfo, creo, está en las cosas pequeñas. En las verdades pequeñas. En los detalles pequeños. En las pequeñas cosas, que cantaba Serrat. El resto no deja de ser un circo que somos capaces de inventarnos porque sería socialmente muy lamentable que alguien nos dijera "te equivocaste". Y pocas veces estamos acostumbrados para asumir que así fue, que nos equivocamos, que rectificar puede ser una manera de dar luz a la verdad de todos... Pero ya lo digo, son casos extremos, radicales, lamentables. Tristes. Por decirlo en una palabra.

Dedicado a quienes compartís mis pequeñas verdades.

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