He vuelto a sentarme en mi antigua mesa de trabajo. He hecho lo que poca gente puede hacer. Regresar al pasado, pero no para cambiarlo, sino para disfrutarlo. Escribo esta entrada desde mi viejo ordenador. Hace rato que tendría que haberme ido, pero estoy atado a esta silla. Incómoda. Vieja. Sucia. Rota. Estoy enganchado a mi silla, a mi antiguo trabajo, a aquellos días... Y siento una paz tan completa como especial. Estoy atado a esta mesa, que ahora ya es aquélla. Aquella mesa que antes era mía y desde la que completaba cada jornada laboral con el mimo con el que me gustaba hacer mi trabajo... Estoy atado a aquella mesa ahora. Y me siento realmente cómodo. Tranquilo. Orgulloso de aquellos días... De aquella mesa.
¡Qué sensación tan agradable notar las muñecas raspando los bordes de la mesa mientras tecleo en mi viejo ordenador! Recordando aquellas horas en esta silla... Pero como las golondrinas de Bécquer, aquellos días ya no volverán...
... Pero aquéllas que el vuelo refrenaban,
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
Ésas... ¡no volverán!
jueves, 18 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14.
DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14. "Bendita locura" En la limpieza de fotos, anoche, volvió a aparecer el bueno de Paulin...
-
Los árboles de otoño tienen la hoja caduca, pero su raíz sigue anclada al suelo, a la tierra, donde erguidos se crecen con el paso del tiemp...
-
Nunca dejo de remar, porque es lo que siempre aconsejo a tanta gente que quiero... Pero es verdad que hay días que son lunes absoluto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario