lunes, 1 de septiembre de 2014

EL CABALLERO DEL OTOÑO

Este año ha querido el calendario que coincida el regreso de septiembre, con la salida de las fiestas de Mislata. Y quizá por eso, y porque la agenda anda como anda, no me he dado cuenta de que el caballero del otoño, con su gris armadura, se ha instalado ya con su caballo para batallar contra el verano a las puertas de mi castillo. Se acaba el verano. Se acaba un verano caluroso en sus días finales y de grandes noches placenteras, donde dormimos entre brisas y esperanzas. Pero llegó el 1 de septiembre. Me lo han descubierto más los comentarios que claman contra el fin de las vacaciones que la conciencia. Y mientras se reactivan los sonidos del tráfico y los aviones surcan los cielos de nubes quemadas, me preparo para reactivarme con toda la fuerza del mundo. He aprendido cosas nuevas este verano. He aprendido a priorizar y callar, a esperar y desear, a pasar y olvidar. A alejar. A trivializar, contar, compatibilizar... Ha sido un verano educativo, sin duda alguna, y de grandes momentos que quedan grabados. Y por lo general, ha sido un verano ya pasado. Así, como suena.

La vida se escurre a velocidades de vértigo y me pasan los días entre sudores, kilos, whatsapps y facebooks. Organizándome que me tengo que organizar y decidiendo qué luna llena será el final de ciclo y el principio de todo. Hoy, para muchos, lunes y uno de septiembre, ha sido un cambio. A mí, me dice el cuerpo que aún me faltan unos días. Mi corazón leonino late con el fuego estival y aunque agosto ha pasado a la historia, al verano le quedan los coletazos finales y un San Miguel...

Sigo pues en verano. Y seguiré contando cómo nos van las miserias (y las bondades)... que de todo nos trae la vida.

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