viernes, 13 de septiembre de 2013
HOY VENGO A DECIRTE HASTA LUEGO
Nunca me han gustado las despedidas, ni los adioses. Me suenan a pena y dolor, a marcha y negro, a oscuridad y pasado. Me gusta mirar hacia adelante y hacia arriba, y así lo hago siempre, desde que emprendí el camino en que tantas veces me sujetaste las manos y la voz. Mi voz, templada y viva, como un canto lejano, se acerca más que nunca a un corazón que se viste de quietud y calma. Hoy, que me toca decirte hasta luego, convierto esa despedida en una esperanza, pensando que algún día futuro, mi voz y tu alma volverán a bailar juntas.
He visto días repletos de soles y nubes que lo cubren todo, he sentido las tormentas del destino repicar fuertemente contra mi cabeza y mis ojos han caído a buscar mares de salvación con una impaciencia que convertían mi cielo en un telón negro, ópaco, sin vida. He sido capaz de alzar los brazos al viento, para sentir contra ellos la brisa como chocan contra la proa las olas del mar. Y he abierto las manos para coger las gotas de lluvia como si fueran maná. He sentido mi cuerpo rejuvenecer y mis ojos compartir la alegría, he notado quebrarse mi voz y mi alma, mi pena y mi consuelo, mis días y mis noches; y al tiempo, casi sin percibirlo, he reconvertido todo lo negativo en un tren de vagones cargados de felicidad y fortuna.
Le he plantado cara al destino con una valentía atroz y me he sentido cobarde en sueños que se convirtieron en pesadillas. Me he sentido vivo cada vez que se ha encendido una luz roja, que fuera de este mundo, me hubiera obligado a callar... Y he hecho del silencio un pensamiento, y en más de una ocasión, una victoria. Así, callado, como tantas veces al escribir, sintiendo que se escapan mis sentimientos a través de unos dedos que teclean rítmicamente en contra de nadie. Así, silenciado, como un amor vivido de noche al otro lado de una puerta que nadie cerró con llave. Así, calmado, como me ha ido indicando la vida que hay que vivirla, que hay que sentirla, que hay que contarla...
Hoy vengo a decirte hasta luego, ni adiós ni hasta siempre: volverán a encontrarse las aguas de los ríos cuando crezcan con nuevas lluvias, y pasará el agua fresca y jovial, sin posibilidad de remontar río arriba. Volverán la palabra y la felicidad a darse la mano, a besarse locamente, a soñar como un Romeo y una Julieta eternos... La felicidad, la más básica, la que quise encontrar contigo cada hora y que nos completa más que ninguna. No abandones nunca los pequeños detalles, no le niegues nunca a tu corazón una sorpresa, no descuelgues de tu rostro la alegría ni la esperanza de tu mirada, ni el deseo de tu futuro, que comienza así, con estos primeros pasos...
Hoy vengo a decirte hasta luego, con la esperanza de que no me olvides. Con la ilusión ciega de que mis palabras, que vuelan a buscarte, se cuelen por tu ventana y se adosen a las paredes donde duermen tus temores, para protegerte aún más... Hoy vengo a decirte hasta luego. A decirte, que si quieres, hoy comienza la vida...
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