miércoles, 4 de septiembre de 2013
¡HÁZLO!
¿Y si de repente se parara todo? ¿Y si, sin darnos cuenta, un día la lluvia se quedara a mitad del camino, sin repicar contra el suelo, y las nubes estáticas no volaran por el cielo, y la tierra dejara de oler a pena y humedad? ¿Qué pasaría con nosotros si fuéramos capaces, en este mundo loco de disparates, ajenos a toda calma, de frenarno en mitad del camino y sonreír? O alzar la vista... O estrechar una mano. El ruido de cada día nos va intoxicando con su humo color ceniza, y nos ensordece, dejándonos sordos y mudos al tiempo, y convirtiéndonos en pequeñas hormigas ciegas, que se mueven sin distracción camino de su agujero, oscuro y profundo... Sin embargo, por cada una de las sendas que se abren en la vida, se multiplican los colores con una viveza que los hace tan imprescindibles como soñados, pero hace tiempo que dejamos de soñar...
Me despierto cada mañana con la sensación de haber dejado mi descanso sobre la mesita. Y lo recojo, lo guardo entre mis bolsillos y mis entretelas, como desvelo, después de ducharme con aguas de inercia. Camino. Cojo el paso firme, y me dirijo hacia las obligaciones, pero en el trasiego diario, al caminar, camino de donde toca ir, voy mirando al este y al oeste, al norte y siempre al sur, para buscar en los recovecos del horizonte, pequeños detalles sobre los que escribir renglones, a veces rectos y otros torcidos, con los que llegar a ti...
Dejamos de soñar, hace tiempo, porque no encontrábamos esperanzas que imaginar. Porque no hubo metas que alcanzar, y las que nos pusimos alguien se encargo de alejarlas. Nos dejaron fuera de ese paraíso, imaginario e increíble, donde pensábamos veranear todos los segundos de la vida. Y dejaron nuestros pies, sobre el cemento, para que caminásemos entre los enjambres grises de una ciudad. Cuando salgo a la calle, llevo en el corazón y en la mirada, una brocha de mil colores, y al sentir o al mirar, pinto con ella la vida, para darle una pizca más de alegría... Así camino, entre mis sueños y mis esperanzas, cubriendo con un manto de oro, la alegría que faltan en otros ojos. Y sueño. Porque así respiro. Y respiro. Porque así siento. Y siento, porque sólo así puedo vivir...
Si de repente, al caminar, quieres pararlo todo. Házlo. Si sin darte cuenta, la lluvia cesa flotando en la nada y el cielo se queda inmóvil, sé capaz de frenarte y disfrutar de su vista, con tu corazón y tu mirada. Álzala. Hacia el viento y multiplica con los colores de tu alma, el desierto que hasta hoy te acompaña... Yo, cada mañana, cuando despierto, lo hago con los pinceles de mi sonrisa...
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